La mayoría de las veces tenemos muy claro qué cosas no queremos hacer como madres, y sin embrago pese a estar muy seguras de ello, nos siguen saliendo esas formas que no nos gustan. Como los gritos, queremos educar sin gritar y sin hacer otras cosas que no nos gustan de nosotras mismas, pero tenemos tan integradas esas formas, que nos salen automáticamente, aunque no queramos.
Quiero que sepas que esto que te pasa es súper normal, el registro de educación que tenemos en nuestro cerebro es uno muy determinado, y ahora queremos hacerlo de otra manera muy distinta, y eso conlleva un tiempo. Ten en mente que esto de ser madre y padre es un entrenamiento, no nacemos sabiendo y necesitamos ir aprendiendo.
El primer paso para criar a tu manera, como tú deseas, es DESAPRENDER LO APRENDIDO, sólo así podrás dar cabida a los nuevos aprendizajes y podrás hacerlo como tú quieres. Es como si necesitaras vaciar los archivos del ordenador que es tu cerebro, para crear unos nuevos con las formas y colores que tú quieres.
La forma en la que nos han criado tiene mucho que ver con los automáticos que nos surgen con nuestros peques. Si rechazas aquello que haces y que no te gusta de ti, estableces una lucha interna que te traerá más frustración y conflicto interior.
Por ello el primer paso es que tomes conciencia de aquellas cosas que no quieres reproducir, aquello que quieres cambiar. Y hazlo sin culpa, porque la culpa te atrapa y te inmoviliza, mientras que la responsabilidad te lleva a la acción y puedes avanzar y mejorar.
Aceptar que no eres una madre perfecta, pero sí la madre perfecta para tu retoño y siéntete orgullosa de que estás tratando de hacerlo mejor, porque si has llegado hasta aquí, sin duda tienes ganas de mejorar, y eso dice mucho de ti.
El segundo paso es aceptar que tu madre y tu padre lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron. Cometieron sus errores, sí, sin duda, como tú los tuyos. Y ahora tú quieres hacerlo mejor de lo que lo hicieron ellos, pero probablemente no has tenido en tu infancia referentes de educación respetuosa o consciente, por lo que mientras maternas a tu peque estás aprendiendo a hacerlo a tu manera, y eso requiere tiempo. Recuerda lo que te decía de que esto es un entrenamiento 😉 Por lo que no vas a conseguir los resultados de hoy para mañana, pero sí puedes ir mejorando poco a poco.
Aunque no te engañes, en esto del crecimiento personal y ser mejor madre y padre no es una línea recta ascendente, hay momentos de retroceso y puedes avanzar dos pasos y después retroceder uno. Eres humana, baja el nivel de exigencia, lo importante es que estás en el camino.
El tercer paso, y esencial, es poner conciencia a lo que haces y no te gusta. Pararte y observar qué te pasa, qué sientes, qué se te mueve dentro de ti para que la situación te haya llevado a esa reacción que no te gusta. Así después podrás decidir cómo quieres hacerlo la siguiente vez.
Como te decía esto se trata de un entrenamiento y si lo que quieres es dejar de gritar, por ejemplo, el hecho de tener la intención real y honesta contigo ya supone haber recorrido mucha parte del camino. Puede que después de asumir este compromiso de no gritar más a tu peque, vuelvas a reaccionar de la misma manera y te des cuenta cuando lo hayas hecho, pero si sigues poniendo atención en ti, las siguientes veces te darás cuenta cuando estás gritándole y ya ahí podrás rectificar en el mismo momento, y poco a poco te darás cuenta antes de comenzar a gritar para después llegar al momento en el que no tienes la intención de gritarle, sino que ya podrás hacerlo como tú quieres, cuidándote a ti y cuidando a tu peque.
Te doy una clave para que durante este camino de ser la madre que deseas ser, te frustres y exijas menos: si la frecuencia, intensidad y duración de tus reacciones automáticas disminuyen, vas por buen camino 😉
Es cuestión de parar, observarte y decidir cómo lo quieres hacer.
Claro que esto en el ajetreo del día a día no siempre es fácil, para ello es FUNDAMENTAL algo de lo que te hablaré más adelante: el autocuidado.
Busca espacios para ti, porque para cuidar primero necesitas cuidarte a ti, de la misma manera que para amar, primero necesitas amarte a ti.
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