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Rocío y Miguel Ángel

NOS SEPARAMOS CUANDO LA RELACIÓN YA ESTÁ EN LA U.C.I.

Escrito por Rocío y Miguel Ángel 2 comentarios

Si hay algo que solemos detestar las personas son los cambios. Tanto que llevamos a raja tabla aquello de “más vale lo malo conocido que bueno por conocer”. Por eso tendemos a alargar las relaciones de pareja hasta desgastarla y entonces nos separamos cuando la relación ya está en la U.C.I.

Realmente, ¿más vale malo conocido que bueno por conocer?. No, lo que sucede es que supone atreverse a dar el paso de hacer un cambio en la vida y eso asusta. Especialmente cuando se trata de poner fin a la relación de pareja cuando hay hijos de por medio, pues entonces los juicios y creencias limitantes en torno a la separación son mayores.

Si ahora te digo que cada cambio que se te presenta en la vida es una oportunidad, puede que me dejes de leer porque ya estás hasta el gorro de escuchar frases hechas. Pero, ¿sabes qué? Que si te hablo desde mi experiencia personal, puedo decirte, yo que he vivido mucho cambios, muchísimos, que todos me han traído regalos y han sido para mejor, sin duda. 

Eso sí, no han estado exentos de momentos dolorosos. Ah, claro, ya, es que lo que quieres es no sentir dolor ni nada que te incomode. Ya, pero eso no es posible. Lo que sucede es que no nos han enseñado a gestionar el dolor ni las emociones desagradables, y sentir todo esto no es agradable, duele y a veces mucho, pero es que el dolor forma parte de la vida. Y si por no sentirlo te vas a perder una vida mejor, entonces vivirás una vida a medias, o peor, corres el riesgo de sobrevivir en lugar de vivir. 

Por el miedo a sentir dolor, por el miedo al cambio, es por lo que no terminamos las relaciones cuando estamos a tiempo de hacerlo cuidándonos, igual que cuando las iniciamos. 

Cuidamos mucho los inicios, damos nuestra mejor versión y recibimos lo mejor de la otra persona, pero nos olvidamos de cuidar el proceso y sobre todo el final. De hecho, evitamos el final de las relaciones a toda costa porque hemos crecido creyendo que una separación de pareja es un FRACASO. Ese suele ser uno de los motivos principales por los que no nos separamos cuando en nuestro fuero interno así lo sentimos.

Y es que, ¿quién va a querer separarse si eso supone que has fracasado? Pues si tienes esa idea es normal que lo evites o hayas intentado evitarlo porque nadie quiere fracasar, y menos, en una relación de pareja con hijos e hijas en común. 

La separación es un fracaso, es mucho mejor estar en pareja que solter@, cuanta más larga es la relación más valor tiene… Hemos crecido con multitud de creencias limitantes acerca de las separaciones, del fin de las relaciones, pero no son ni verdad ni la verdad. 

En la vida, en la Naturaleza, todo es cíclico y el final de un ciclo es solo eso, el final de una etapa. Pero después de una etapa viene otra y después otra. Piensa en la vida como algo circular, no lineal. Después del día viene la noche, y después el día y otra vez la noche, pero cada día y cada noche lo es de una forma diferente. Pues tu vida es igual y así son las relaciones. Etapas. 

No has fracasado ni fracasas porque vuestra relación se termine.

Siempre digo que lo malo no es una separación en sí, sino todas las creencias limitantes y juicios que hay en torno a esta. 

Después de leer este párrafo cierra los ojos, toma lentamente todo el aire por la nariz que puedas y despacio expulsa todo ese aire para decirte: “separarse es lo más normal del mundo”, eliminando todas las creencias limitantes y juicios. 

¿No sientes el peso de la decisión más ligero? ¿Cómo que ya no pesa tanto?

Las personas cambiamos y evolucionamos a distinto ritmo y por eso las relaciones de amistad cambian, ¿cómo no va a cambiar también la de pareja? 

Una separación o divorcio lo podríamos hacer con sensación de plenitud, pero queremos evitar a toda costa la separación y alargamos la relación hasta desgastarla y llevarla a la agonía. En ese momento resulta casi imposible separarse en paz, porque entonces cada persona habla desde sus heridas, y esas heridas suelen tener mucho que ver con las de la infancia. Por lo que nos separamos entonces desde el niño y la niña interior de cada cual, por lo que termina siendo una pelea de dos niñ@s.

Si tomas o tomáis conciencia de que estáis alargando la relación demasiado, estáis a tiempo de cuidaros y cuidar el final de la etapa de vuestra relación como pareja. Así evitáis un final lleno de enfado, rabia y de señalar culpando a la otra persona. 

Para separarse desde las dos personas adultas que sois, es fundamental dejar las heridas a un lado y comunicaros desde la responsabilidad.

La separación con hijos/as en común es más difícil, pero recuerda que gracias al amor que sentisteis en un momento, ellos/as existen. Que esta idea te dé fuerza para aceptarle y respetarle, porque podéis dejar de ser pareja, pero seguiréis siendo su madre y su padre, y eso sí es para siempre. 

Nos separamos. Esa afirmación no es el final, es una nueva oportunidad que te da la vida para ser feliz, para vivir una vida más plena, una vida mejor. 

¿Te habías planteado alguna vez esto de que nos separamos cuando la relación ya está en la U.C.I? ¿Te ha servido lo que te he contado?

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: divorcio, hijos, relación de pareja, Separación, separación consciente

«¿MAMA ES GUAPA O FEA?» «MAMÁ ES FELIZ»

Escrito por Rocío y Miguel Ángel Deja un comentario

No me gustó mucho que su padre le hiciera esa pregunta a Unai, nuestro peque mayor. Para entonces él tenía casi 3 años, y aunque ese tipo de preguntas no me gustan, me quedé a escuchar la respuesta porque me generó curiosidad, y dio la mejor posible para mí: Mamás es feliz. 

Wow, aquello me emocionó muchísimo porque entonces estaba consiguiendo transmitirle lo que deseaba, lo que sentía más allá de la culpa que para entonces me invadía. Y es que en aquel momento andaba siempre con la autoexigencia por las nubes y el sentimiento de culpa casi permanente, porque me castigaba mucho por mis errores como madre.

Y de eso te quiero hablar. Ser madre y padre no es fácil, mucho menos ser madre primeriza. ¿Por qué? Porque tenemos muchas creencias erróneas acerca de la maternidad. Hasta hace poco la única imagen que existía en nuestra retina era la de madre abnegada y sacrificada, que es la que hemos tenido la mayoría, y la de las portadas de revistas, imagen falsa donde las haya. 

La maternidad sin embargo es mucho más y para ser una buena madre no tienes que renunciar a tu vida, sino todo lo contrario. Seguro que como madre quieres que tus hijos e hijas sean felices, y ¿sabes qué?, que el primer paso es que tú seas feliz, que tú te sientas a gusto contigo y tu vida. 

No se trata de ser la madre perfecta que sigue a rajatabla toda la teoría del modelo x de crianza, la madre super woman que todo lo puede (algo inexistente) o la mujer que por el hecho de ser madre, siempre está feliz. No. Eres madre y antes eres mujer, eres humana, y como tal tienes tus momentos, y en algunos te sientes una super madre y muy feliz por ello y en otros la peor madre del mundo. Pero no lo eres, no eres la peor madre. Trátate bien, con cariño y cuidado hacia ti, háblate bien. Sé compasiva y comprensiva contigo misma. 

Si has llegado a leer hasta aquí es evidente tienes interés por ser mejor madre, mejor persona, y eso lo captan tus peques, seguro. Ahora te corresponde, después de tener la intención, de tratarte bien a ti misma.

La suerte que tenemos con nuestros hijos e hijas es que nos aman de verdad, ese amor incondicional en el que aunque nos enfademos y les faltemos el respeto al gritarles, ellos y ellas nos siguen queriendo. No conocen el rencor. No quiero decir que les faltemos el respeto por este motivo, en absoluto, sino que aprendamos de ellos y ellas y no nos quedemos en la culpa que nos genera esto, sino en la responsabilidad. Porque en la culpa solo tiene cabida el lamento y la victimización, mientras que desde la responsabilidad puedo cambiar lo que deseo. 

Así que te animo a que sueltes todas tus expectativas como madre, que sueltes tus exigencias acerca de la madre idealizada que has creado en tu mente, para aceptarte tal y como eres. Para que mientras crías a tus peques, crezcas como persona para así poder ser mejor mujer y entonces mejor madre, sabiendo que lo haces lo mejor que puedes y sabes cada día.

Lo que hoy te quiero contar es que aquella respuesta que le dio mi hijo mayor a su padre, lo viví como un regalo al camino que llevaba recorrido como madre. Y es que mi primera maternidad me supuso un revuelo emocional inmenso, pasé por muchas emociones encontradas y con algunas de ellas bastante desagradables. Me llegué a sentir muy mala madre por sentir aquellas emociones y tener determinados pensamientos. 

Recuerdo mi primer postparto como un camino lleno de sombras. Con sus luces, por supuesto, pero sobre todo sus sombras. Tengo la imagen de estar con mi bebé en brazos sintiendo que estaba en casa, en un lugar nuevo y estupendo, y tengo el recuerdo de estar conmigo misma donde todo era oscuridad. El recuerdo de mi primer puerperio es como una foto en blanco y negro. Sin embargo, el segundo lo pude vivir de otra manera, porque lo viví dándome permiso para sentir lo que sientiera, sin juzgarme y sin importame los juicios ajenos ni lo que se suponía que tenía que hacer. Me limité a ser la madre que yo era, sin más pretensiones que aprender y crecer para ser mejor persona, que no la mejor madre, y aquello me liberó muchísimo.  

A partir de mi segunda maternidad me sentía fuerte y poderosa y eso se reflejó en la segunda crianza, y cuando Unai contestó a la pregunta “mamá es feliz”, yo me encontraba ya siendo mamá de 2 y desde entonces lo que trato es vivir mi vida, pues además de madre soy mujer. Y si yo soy feliz, le doy alas a mis hijos para que ellos también lo sean. 

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: apego, crianza, crianza respetuosa, madre primeriza, maternidad

¿CÓMO HAGO PARA DESAPRENDER LO APRENDIDO, PARA HACERLO A MI MANERA?

Escrito por Rocío y Miguel Ángel Deja un comentario

La mayoría de las veces tenemos muy claro qué cosas no queremos hacer como madres, y sin embrago pese a estar muy seguras de ello, nos siguen saliendo esas formas que no nos gustan. Como los gritos, queremos educar sin gritar y sin hacer otras cosas que no nos gustan de nosotras mismas, pero tenemos tan integradas esas formas, que nos salen automáticamente, aunque no queramos. 

Quiero que sepas que esto que te pasa es súper normal, el registro de educación que tenemos en nuestro cerebro es uno muy determinado, y ahora queremos hacerlo de otra manera muy distinta, y eso conlleva un tiempo. Ten en mente que esto de ser madre y padre es un entrenamiento, no nacemos sabiendo y necesitamos ir aprendiendo.

El primer paso para criar a tu manera, como tú deseas, es DESAPRENDER LO APRENDIDO, sólo así podrás dar cabida a los nuevos aprendizajes y podrás hacerlo como tú quieres. Es como si necesitaras vaciar los archivos del ordenador que es tu cerebro, para crear unos nuevos con las formas y colores que tú quieres.

La forma en la que nos han criado tiene mucho que ver con los automáticos que nos surgen con nuestros peques. Si rechazas aquello que haces y que no te gusta de ti, estableces una lucha interna que te traerá más frustración y conflicto interior. 

Por ello el primer paso es que tomes conciencia de aquellas cosas que no quieres reproducir, aquello que quieres cambiar. Y hazlo sin culpa, porque la culpa te atrapa y te inmoviliza, mientras que la responsabilidad te lleva a la acción y puedes avanzar y mejorar.

Aceptar que no eres una madre perfecta, pero sí  la madre perfecta para tu retoño y siéntete orgullosa de que estás tratando de hacerlo mejor, porque si has llegado hasta aquí, sin duda tienes ganas de mejorar, y eso dice mucho de ti. 

El segundo paso es aceptar que tu madre y tu padre lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron. Cometieron sus errores, sí, sin duda, como tú los tuyos. Y ahora tú quieres hacerlo mejor de lo que lo hicieron ellos, pero probablemente no has tenido en tu infancia referentes de educación respetuosa o consciente, por lo que mientras maternas a tu peque estás aprendiendo a hacerlo a tu manera, y eso requiere tiempo. Recuerda lo que te decía de que esto es un entrenamiento 😉 Por lo que no vas a conseguir los resultados de hoy para mañana, pero sí puedes ir mejorando poco a poco.

Aunque no te engañes, en esto del crecimiento personal y ser mejor madre y padre no es una línea recta ascendente, hay momentos de retroceso y puedes avanzar dos pasos y después retroceder uno. Eres humana, baja el nivel de exigencia, lo importante es que estás en el camino.

El tercer paso, y esencial, es poner conciencia a lo que haces y no te gusta. Pararte y observar qué te pasa, qué sientes, qué se te mueve dentro de ti para que la situación te haya llevado a esa reacción que no te gusta. Así después podrás decidir cómo quieres hacerlo la siguiente vez. 

Como te decía esto se trata de un entrenamiento y si lo que quieres es dejar de gritar, por ejemplo, el hecho de tener la intención real y honesta contigo ya supone haber recorrido mucha parte del camino. Puede que después de asumir este compromiso de no gritar más a tu peque, vuelvas a reaccionar de la misma manera y te des cuenta cuando lo hayas hecho, pero si sigues poniendo atención en ti, las siguientes veces te darás cuenta cuando estás gritándole y ya ahí podrás rectificar en el mismo momento, y poco a poco te darás cuenta antes de comenzar a gritar para después llegar al momento en el que no tienes la intención de gritarle, sino que ya podrás hacerlo como tú quieres, cuidándote a ti y cuidando a tu peque.

Te doy una clave para que durante este camino de ser la madre que deseas ser, te frustres y exijas menos: si la frecuencia, intensidad y duración de tus reacciones automáticas disminuyen, vas por buen camino 😉 

Es cuestión de parar, observarte y decidir cómo lo quieres hacer.

Claro que esto en el ajetreo del día a día no siempre es fácil, para ello es FUNDAMENTAL algo de lo que te hablaré más adelante: el autocuidado. 

Busca espacios para ti, porque para cuidar primero necesitas cuidarte a ti, de la misma manera que para amar, primero necesitas amarte a ti. 

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: crianza, madre primeriza, maternidad

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