
“Me acuesto con él porque es la forma en la que esté contento y así haga más cosas en la casa y con los niños”.
Esto es lo que me contaba una madre en sesión individual. Pero no es un caso aislado, me encuentro con muchas situaciones en las que las mujeres han mantenido relaciones sexuales cuando no lo deseaban, pero era la forma que encontraban para que su pareja estuviera más receptiva a ejercer su corresponsabilidad tanto en casa como con los hijos.
¿Te suena esta situación?
El sexo y todo lo que tiene que ver con la sexualidad, juegan un papel importante en la separación. Es algo de lo que a priori se habla poco y que, sin embargo, a poco que se rasca, sale a relucir.
Hay muchísimas mujeres muy dolidas y heridas porque sintieron que entregaron lo más íntimo de sí cuando realmente no querían. Y que, además, lo hicieron a cambio de nada. No a una persona desconocida, sino a su pareja, pero era alguien con quien ya no se entendía ni se encontraba más allá de los quehaceres diarios. Eso hace que después la separación consciente sea más difícil, porque el nivel de reproches aumenta considerablemente.
Cada situación es distinta, pero hay dos que se repiten con mayor frecuencia:
- Mujer que le pide al hombre más conexión entre ambos y más corresponsabilidad con la casa y los hijos y él responde que será así cuando haya sexo porque “yo también tengo mis necesidades”. Ella accede a tener sexo para satisfacerle y así lograr lo que ella le reclama a él. De hecho, obtiene lo lo obtiene durante unos días pero después regresan a sus dinámicas habituales en las que ella se hace cargo de todo. Esto supone que al tiempo vuelva a haber reproches, vuelvan a tener sexo y vuelvan a estar “bien” durante unos días. Así sucesivamente.
- Mujer que le pide al hombre más conexión entre ambos y más corresponsabilidad con la casa y los hijos y él responde que será así cuando haya sexo porque “yo también tengo mis necesidades”. Ella no está dispuesta a pasar por encima de sí misma y él no va a ejercer su corresponsabilidad mientras no sea satisfecho sexualmente, así que se quedan en esa dinámica de compañeros de piso años o toda una vida.
Hay muchas cosas que se podrían hablar en relación a esto, pero no caben todas en un artículo de blog, por eso me centro hoy en una de la que se habla bien poco: la sexualidad femenina.
La educación sexual que hemos recibido la mayoría de nosotras y nosotros es nula o muy mala, siendo el porno el referente de lo que se supone que es el sexo y la sexualidad.
La sexualidad es un concepto muy amplio que se refiere a la forma que tenemos las personas de relacionarnos con nosotras mismas y con otras personas. No es solo sexo ni es solo coito, es muchísimo más. Además, la sexualidad de los hombres y de las mujeres es biológicamente diferente. En este ámbito hay muchas cosas que nos diferencian, y al contrario de lo que nos han contado, nuestros genitales tienen muchísimas más terminaciones nerviosas que los de ellos, de ahí que nosotras seamos multiorgásmicas. Recuerda que somos nosotras quienes tenemos un órgano cuya función está destinada al 100% al placer: el clítoris.

Cuando hablamos de igualdad entre hombres y mujeres debemos hacerlo entendiendo que somos seres distintos por naturaleza. Que nos merecemos tener los mismos derechos, pero que no podemos pretender ser iguales en todo, pues no es realista, y es ahí donde podemos sufrir la mayor de las desigualdades.
Por ejemplo, en lo que concierne a la sexualidad. La sexualidad femenina va muchísimo más allá del sexo y del placer. Los últimos estudios científicos (hay muy pocos sobre los genitales femeninos en relación a los que existen sobre los masculinos) afirma que desde un punto de vista neurológico, la vagina y el cerebro son, fundamentalmente, una red, o “un solo sistema”. De hecho, la experiencia vaginal puede incrementar, biológicamente, la confianza de las mujeres en sí mismas, o, por el contrario, puede provocar que pierdan esa confianza, entre otras muchas cuestiones emocionales.
Cuando entendemos la sexualidad como algo solamente carnal, que tiene que ver con el placer y que es solo coito y “preliminares”, estamos coartando una parte de nosotras mismas que tienen mucho que ver con nuestra autoestima y auto concepto.
Venimos de haber sido tratadas generaciones anteriores como objetos sexuales y como seres que debían complacer a sus esposos porque era una de nuestras responsabilidades como mujeres: satisfacer las necesidades sexuales de ellos. Cuando, sin embargo, nuestra sexualidad es mucho más compleja y completa que la de ellos. Pero por esa necesidad de complacer y cuidar al otro, unido al desconocimiento de nuestra propia sexualidad, caemos en coartar y bloquear una parte esencial nuestra.
Aunque esta idea de que es “nuestra responsabilidad satisfacerles” no siga presente de una forma tan explícita en nuestra sociedad, sí que sigue muy arraigada en nuestro inconsciente. Mientras no entendamos nuestra sexualidad corremos el riego de creer que estamos defectuosas, que somos insuficiente o cualquier otra idea dañina, en este caso para ti y que te hará sentir en deuda con él.
Por regla general las mujeres necesitamos sentirnos seguras y en confianza para tener una relación sexual que nos satisfaga profundamente. Esto tiene que ver con la afirmación de los últimos estudios científicos acerca de que vagina y cerebro pueden entenderse como un único sistema.

Si te interesa el tema te animo a que leas el libro Vagina, de Naomi Wolf, donde de una forma extensa pero muy sencilla, explica a la perfección cómo funciona la sexualidad femenina, y así podrás encontrar muchas respuestas al por qué sientes lo que sientes o por qué lo sentiste. Para así, lejos de sentirte defectuosa o insuficiente, puedas comprenderte e incluso reconciliarte con tu sexualidad.
Y es que como podrás leer en su libro “en los primeros momentos de la seducción, los hombres suelen tratar a su pareja femenina de un modo que las relaja profundamente, lo cual es una ayuda para el trabajo que tiene que hacer el sistema nervioso simpático, que activa sus redes neurales pélvicas y desencadena una deliciosa actividad hormonal en el cerebro femenino. Pero una vez asegurada la relación, muchos hombres suelen disminuir las palabras seductoras en las prolongadas y relajantes caricias, o olvidarse de ellos completamente (…) lo que dificulta la excitación en las mujeres.
La excitación sexual precede al orgasmo, eso está claro. Pero para que la red neuronal pélvica pueda llevar a cabo su complicada tarea, primero el sistema nervioso autónomo debe hacer la suya. Es el que prepara el camino a los impulsos neuronales, que viajará desde la vagina, el clítoris y los labios hasta el cerebro, y este fascinante sistema regula las respuestas de las mujeres a la relajación y entonces la estimulación.
(…) El cerebro influye en el sistema nervioso autónomo que a su vez influye en la vagina, pero la vagina también influye en el cerebro, que a su vez influye en el sistema nervioso autónomo. Es un circuito que se retroalimenta constantemente”.
Te explico a grosso modo esta situación fisiológica para que puedas entender que el acto sexual satisfactorio para nosotros tiene que ver con cómo nos sentimos, y a su vez el cómo nos sentimos es lo que va a propiciar que nuestra relación sexual sea o no satisfactoria.

Para que no se quede en un acto sexual meramente carnal y pueda activar todo nuestro potencial creativo y femenino, necesitamos sentirnos seguras y en confianza. En un estad de estrés o de alerta podremos, tal vez, llegar al orgasmo, pero será de una forma superficial y explosiva, no habrá la posibilidad de tener una relación sexual profunda que fortalezca la confianza y seguridad en una misma, como puede suceder cuando en el acto sexual la sexualidad femenina es tenida en cuenta.
Y es que, desde un punto de vista fisiológico, la vagina sirve para activar la matriz de sustancias químicas que, en el cerbero femenino, hacen sentirnos como “la diosa”, es decir, con la consciencia de la dignidad y de un gran amor propio.
Cuando pasamos por alto esto y tenemos relaciones sexuales por complacer o por el motivo que sea, pero pasando por encima nuestra, corremos el riesgo de estar mermando nuestro auto concepto y autoestima, perdiendo así confianza y seguridad en nosotras, y lo que es peor, sintiéndonos menos dignas.
Este es uno de los motivos por lo que tras la separación hay mucha sensación de no merecimiento. Tomar conciencia de ello es el primer paso para poder darle la vuelta a la situación y ser compasivas con nosotras mismas. Buscar información sobre cómo funciona realmente la sexualidad femenina es crucial para revertir un estado interno asumido como normal cuando realmente no lo es.
Si te resuena alguna de estas situaciones te recomiendo mucho que te regales el libro Vagina. Está basado en una experiencia personal y alimentado con numerosos estudios científicos explicados con una gran sencillez.
Evidentemente esto no es publicidad, es solo una recomendación que te hago de mujer a mujer. Pues la culpa por este tipo de situaciones es terriblemente frecuente, el daño que se sufre enorme e inconsciente en muchos casos y las consecuencias para siguientes relaciones permanecen si no se sana lo anteriormente vivido. Como siempre digo, la separación es una oportunidad para muchas cosas, una de las más importantes, para encontrarnos con nosotras mismas desde el ser y nuestra esencia, no desde lo que se supone que tenemos que ser según mandatos que lejos de beneficiarnos, nos dañan.
La separación puede ser un punto de partida, también, para reconciliarte con tu sexualidad. Claro que no se trata esto de que lo hagas en los primeros meses después de separarte, necesitarás tiempo, pero puedes tenerlo en cuenta para coger las riendas de esta parcela de tu vida cuando así lo sientas y no dejarlo estar eternamente.
Me encantará leerte en los comentarios y que así conversemos sobre ello 😉.
Durante años en mi matrimonio me he llegado a sentir cómo una vulva( dicho finamente) con piernas, sólo se acercaba a mí para tocarme los pechos, el culo o el chichi. Ni un abrazo, una caricia… El siempre se ha quejado de su falta de hacer sexo y yo de su falta de ayuda en casa y el poco cariño que nos daba.
Después me acusó de varías infidelidades ( falsas todas por supuesto), pase por humillaciónes, insultos, maltrato psicológico, gritos en casa con los niños delante, un sin fin de situaciones que me hicieron muy pequeñita y que llegué a normalizar, hasta que un día me decidí a denunciar y empezó el otro calvario. La culpabilidad y tener que explicar a mis tres hijos que estaba pasando.
Yolanda, te mando un abrazo enorme. Pasar por lo que has vivido es muy duro y desagradable, requiere mucha valentía dar los pasos para salir de donde estabas. El calvario termina y la luz llega porque el sol siempre está ahí, aunque las nubes no dejen verlo. Ánimo, valiente.