Mucho se habla del autocuidado, sin embargo, no tengo tan claro que entendamos del todo de lo que hablamos.
A veces tengo la sensación que quien habla de autocuidado se refiere solo a la punta del iceberg, a una café con una amiga o asistir a una clase de yoga, danza, al gimnasio… pero eso es solo una parte, necesaria también, sí, pero puede que la más superficial.
El autocuidado en la maternidad va mucho más allá de darte un espacio de silencio para ti. Comienza primero por saber qué necesitas, y esta puede que sea la tarea más difícil porque hemos sido educadas en darnos y cuidar a los demás, en satisfacer las necesidades de las otras personas, y además, en una desconexión del cuerpo muy grande. Por lo que tenemos muchos handicap que superar para que podamos llevar un autocuidado real.
¿Por dónde comenzar entonces?
Por algo tan sencillo y complejo al mismo tiempo como conocerte a ti misma. Es decir, saber qué necesitas para así poder dártelo tú a ti.
En este sentido escuchar tu cuerpo es clave. Si aún no estás habituada a escucharlo, un truco es que cada vez que sientas una emoción de una forma más intensa, pon tu atención en el cuerpo, a ver dónde se está manifestando y de que forma se está haciendo presente.
Para ello la respiración consciente es una gran aliada. A mí me costó mucho habituarme, pero cuando lo he conseguido, reconozco que es un regalo y me ayuda mucho a vivir más presente, y sobre todo más conectada a mí. Hay una app del móvil que me ha ayudado mucho, te cuento cuál por si te sirve a ti: Petit Bambou.
Conocerte a ti misma es fundamental para que no llegues al momento de explosión, y sea entonces cuando decidas darte un respiro como consecuencia de que has estallado. La conexión con tu cuerpo te ayuda precisamente a ir detectando cuándo tu semáforo interno pasa de estar en verde al amarillo, o va llegando al rojo.
Estar siempre en el verde no es realista, lo que sí puedes es saber es cuándo estás pasando del verde al amarillo o de este al naranja, para en esos casos hacer una retirada a tiempo y cuidarte. Aunque si eres capaz de tener tus espacios establecidos de autocuidado sería genial, porque eso te ayudaría mucho a ti y los tuyos.
No se trata de que el autocuidado comience a formar parte de tu check List, no se trata de que se convierta en una nueva tarea pendiente que sume más estrés a tu vida, sino todo lo contrario.
Por eso autotuidado también es comenzar a decir no. El otro día en sesión con unos padres me decían que tratar de educar en el Ser a sus hijos era muy cansado. Sí, ponerle conciencia es cansado, por eso es más importante aún priorizar y decidir dónde quieres poner energía. Donde sí y dónde no, porque lo que está claro es que «todo no se puede llevar para delante». Bueno sí, pero a costa de qué…
Por lo que poner límites es otra forma de autocuidado. Y priorizar aquellas cuestiones en las que quieres invertir tu tiempo, también. Cuidarte en tus relaciones personales también es autocuidado porque ahora necesitas cuidar especialmente dónde pones la energía y hay relaciones que te suman, pero otras que te restan.
Cuídate de quién te rodeas, evita los compromisos en la medida en la que puedas y aprende a que te resbalen las opiniones que nos ha pedido, o contesta de forma asertiva poniendo el límite.
A veces la fórmula de conseguir tiempo para el autocuidado consiste en eliminar alguna actividad de tu lista y ponerte a ti en ese lugar. No, esto no es egoísta sino un acto de responsabilidad y generosidad. A lo mejor te han enseñado, como me enseñaron a mí, que eso es egoísmo, pero… ¿si tú no te cuidas a ti en qué condiciones vas a cuidar a tus hijos/as?
Cuando antes de volar en un avión dan las indicaciones de seguridad, siempre dicen que antes de poner la mascarilla de oxígeno al otro, te la pongas tú en primer lugar. Pues esto es lo mismo. Tú necesitas coger tu oxígeno para poder después darles calidad a tu peques. De lo contrario le estarás dando una versión de ti cansada, frustrada y harta. Y ni ellos ni tú os lo merecéis, porque la crianza es cansada, sí, pero pasa rápido y te mereces disfrutarla.
Una vez que sabes qué necesitas puedes dártelo y puedes pedir ayuda para que sea posible. Pedir ayuda es otra forma de autocuidado, porque no tienes que hacerlo todo sola. Olvida la imagen falsa de madre superwoman, no te hace bien a ti ni a tus hijos/as. Tal vez pienses que puedes con todo, a lo mejor sí, pero ¿a costa de qué? Siempre es a costa de algo y tal vez el precio sea caro.
Repito, te mereces disfrutar la maternidad y tus peques se merecen disfrutar contigo y de ti. Además si tú te atiendes a ti y tus necesidades, le estarás enseñando con tu ejemplo a cuidarse a sí mismos, a atender sus necesidades, a no dejarse para el último lugar. Le estarás dando permiso para lo que nosotros no aprendimos de niñas y estamos haciendo ahora, «de mayores», a cuidarnos, querernos y mimarnos.
Suelta la culpa, suelta la exigencia, suelta la imagen de madre idealizada para aceptar la madre perfectamente imperfecta que ya eres. Y cuídate.
¿Me cuentas qué cosas hacer para cuidarte? Así podemos aprender las unas de las otras. A mí me me encanta un rato de lectura sin hora para terminar, un paseo sin prisas y una buena conversación con mi pareja. ¿Y a ti?
Deja una respuesta