Aquí tienes el inicio de Separada: Un acto de amor hacia ti y tus peques. Puedes leer tanto la introducción del libro como el inicio del primer capítulo:
Tanto Miguel Ángel como yo somos padres de dos criaturas, y tras vivir separaciones conscientes hemos creado juntos nuestra propia familia enlazada.
Porque hemos vivido una separación previa, sabemos que tomar la decisión de separarse no suele ser fácil; sin embargo, es la mejor opción si vibra contigo o con tu pareja. A ratos puede llegar a ser muy duro y doloroso afrontarlo, y cuando hay peques de por medio, mucho más. El dolor, los miedos y las dudas pueden llegar a ser abrumadoras, lo sabemos porque ya pasamos por ello.
Precisamente por eso hemos escrito este libro, con el que además de pretender arrojar luz en tu vida, irás descubriendo parte de mi proceso de separación, que puede que te sirva de inspiración y reflexión sobre tu caso.
Con el fin de ayudarte a implementar algunos cambios en tu vida, Miguel Ángel aporta su visión a través de ejercicios prácticos que te ayudarán a integrar y hacer tuya la teoría y el relato que yo iré exponiendo en cada capítulo. Te recomendamos descargarte el cuaderno de ejercicios que hemos preparado para ti y tenerlo a mano, para que puedas acompañar la lectura con la práctica de las actividades.
Y subraya en el libro lo que te llame la atención, haz anotaciones, incorpora pósits… De cualquiera de estas formas retendrás mucho mejor la información, está más que comprobado sus beneficios para integrarla. Sobre todo cuando se trata de leer algo tan diferente a lo que hemos recibido durante gran parte de nuestra vida.
Además, a lo largo del libro irás conociendo experiencias de personas a las que hemos acompañado en sus procesos de separación, aunque para mantener su anonimato les hemos cambiado el nombre, e irás descubriendo parte de mi propia historia.
En mi caso, desde la primera vez que la sombra de la separación apareció en mi vida hasta que di el paso, transcurrieron cuatro años. Cuatro años en los que me deshice de mis creencias limitantes en torno a la separación. Aquellas que me hacían creer que si me separaba estaría fracasando en mi vida, fracasando como mujer, como pareja y, sobre todo, como madre, porque haría pasar a mis hijos por un infierno.
¿Cómo iba a ser capaz de dar ese paso con semejantes ideas?
Imposible.
Los casos de separación que ocurrían a mi alrededor siempre eran conflictivos. Se trataba de unas guerras de adultos donde no se tenían en cuenta a las criaturas en ningún momento, por lo que su sufrimiento estaba casi garantizado.
Yo no quería que en mi caso fuera así, no deseaba dañar a mis hijos. Por eso, durante unos años viví en una cárcel mental. Una cárcel de la que yo era la única responsable, pues quien se ponía las limitaciones era yo misma. Pasados los años y habiéndome deshecho, como te iré contando a lo largo del libro, de mis juicios y miedos en torno a la separación, ya tenía claro que quería separarme. Ahora bien, ¿cómo llevar a cabo una separación y al mismo tiempo proteger a mis dos hijos del conflicto de pareja?
Fue entonces cuando inicié un proceso de investigación. En aquella época estaba realizando en la universidad el máster de Educación Emocional, para el que tenía que hacer un trabajo final. Recuerdo perfectamente cuando la directora nos insistió en que, ya que tendríamos que investigar bastante y dedicarle muchas horas al asunto, lo hiciéramos sobre un tema que nos llamara especialmente la atención. Sobre uno que despertara interés en nosotras y del que no nos aburriera leer.
En aquel momento cambié el tema que había escogido. Tuve claro que quería hablar de las consecuencias que tiene para los hijos y las hijas la separación de sus figuras parentales, pues para entonces tenía la certeza de que el padre de mis hijos y yo nos separaríamos algún día, aunque no sabía cuándo.
Lo vi claro: era el tema perfecto para recoger información y poderla aplicar a mi vida; sabía que era eso lo que más me preocupaba y lo que me impedía dar el paso. Necesitaba encontrar en la teoría información que confirma- ra lo que me decía mi voz interna: puedes separarte y que tus hijos sean felices.
Al finalizar mi TFM, Una propuesta de acompañamiento emocional para los hijos e hijas con progenitores en proceso de separación, y presentarlo ante el tribunal, recibí elogios inesperados y obtuve la seguridad y confianza que me estaba faltando para creer en mí y en mis sensaciones.
De hecho, en aquel momento no me di cuenta, pero pasado el tiempo pude tomar conciencia de que aquel trabajo fue lo que necesité para atreverme a dar el paso de separarme.
Aunque la sombra de la separación estuvo años rondando en mi relación con el padre de mis hijos, solo tres semanas después de recibir la máxima calificación del tribunal me senté a hablar con él para decirle que nuestro ciclo como pareja había terminado.
Y es que crecemos con tanta desconexión interior, buscando fuera la aprobación de lo que hacemos, sentimos y pensamos, que cuando llegamos a la adultez seguimos esperando que alguien nos diga si lo que estamos haciendo es correcto o no.
Eso fue lo que me pasó a mí.
Después, sentí tanta paz y, por fin, seguridad de mis propios sentimientos que me dije que algún día se lo contaría a tantas madres y padres como pudiera, para que el mensaje de que una separación ni es el final del mundo ni lo peor que se les puede hacer a tus hijos llegara tan lejos como fuera posible.
Y sobre todo y muy especialmente para liberar del peso de la culpa a las madres, pues eso fue lo que me atormentó hasta hacerme sentir que vivía en una cárcel mental. Sentí tanta culpa y tenía tantos prejuicios en torno a mi separación y divorcio, que me costó mucho escuchar mi propia voz. Pero lo conseguí.
Lo que ha venido después, aunque a ratos ha sido difícil y desagradable, ha merecido muchísimo la pena, por todo lo que hemos aprendido. Ha llegado el momento de alzar la voz que me prometí levantar para ayudarte a que puedas sentirte en paz con la situación que estás viviendo y a saber cómo puedes acompañar emocionalmente a tus peques para que se adapten a vuestro nuevo molde familiar.
En este libro vas a encontrar nuestra visión acerca de las separaciones de parejas con hijos, con la que queremos ofrecerte consuelo y una perspectiva diferente acerca de esta etapa vital que atraviesas. Pretende ser un soplo de aire fresco que te ayude a desdramatizar la experiencia por la que estás pasando. Y si estás leyendo estas líneas, no podemos más que felicitarte, pues ya estás poniendo mucho de tu parte para facilitar, a ti y a tus peques, el proceso de transformación familiar que estáis viviendo.
Por increíble que te parezca ahora, separarte es una oportunidad para crecer; nos gustaría ser capaces de ayudarte en ello, pues tienes ante ti la oportunidad de afrontar la separación de una forma consciente, y, para que sea así, es bueno que estés en disposición de crecer.
Antes de seguir, hay algo importante que queremos decirte. Al poner fin a vuestra relación de pareja, permitís que vuestro vínculo, vuestra relación se transforme en una nueva en la que seguís siendo familia, aunque con una forma diferente. De hecho, la separación en sí no existe, pues al tener hijos en común vais a seguir siendo familia. A lo largo de esta lectura comprobarás que utilizamos tanto el concepto de separación como el de transformación familiar, pues nos sentimos más cómodos con este, ya que consideramos que se ajusta más a la realidad que vivimos las figuras parentales que dejamos de ser pareja.
De hecho, por nuestra propia experiencia personal y profesional —pues en Creada (nuestro proyecto profesional en el que ofrecemos sesiones de consultoría) ayudamos a madres y padres a llevar a cabo separaciones conscientes, para así cuidar de sus criaturas y de sí mismas durante el proceso de transformación familiar, podemos afirmar científicamente que cuando una relación de pareja se termina, la familia no se rompe, sino que cambia de molde.
Y en la medida en que tengáis nuevas relaciones de pareja, vuestro molde familiar se irá agrandando para dar cabida así a nuevos vínculos. Porque el amor, cuanto más se da, más se recibe, y así va creciendo. Recuerda: el amor multiplica, no divide.
No te hablamos de algo utópico, sino real como la vida misma.
Hollywood, Disney y el peso de la tradición judeocristiana nos han hecho creer que solo existe un modelo de familia. Como si todo lo demás perteneciera a una categoría inferior, de ahí que tantas parejas hayan aguantado, y sigan haciéndolo, en una relación que no solo no suma, sino que desgasta a todos los niveles, emocional, mental, físico y hasta espiritual, al carecer de amor.
La experiencia de amor que se puede vivenciar gracias a dejar que el molde familiar se ensanche es inmensa. Claro que hablamos del concepto de amor real, no de la visión de amor romántico.
De hecho, eso le ha pasado a nuestra familia, que ha crecido mucho. En casa tenemos en cuenta que somos seis convivientes, pero siempre integramos a la mamá y al papá de nuestras criaturas y a sus parejas, pues consideramos que somos una única familia y el vínculo permanece de por vida, especialmente porque están las criaturas.
Claro que no siempre ha habido paz y armonía entre los adultos que formamos parte de esta familia. Somos seres humanos y cada cual tiene sus miedos y juicios. Cada uno ha ido viviendo, a su ritmo, el proceso de adaptación al nuevo molde familiar.
Lo importante ha sido que quienes hemos podido poner consciencia al proceso hemos tratado de respetar el ritmo de quien en ese momento estaba en otro lugar. Por ello la relación no siempre ha sido la que es ahora; las relaciones están vivas y compuestas por personas, por lo que evolucionan y crecen al ritmo al que lo hacemos nosotras. De hecho, de lo único de lo que nos podíamos ocupar nosotros es de decidir qué energía queríamos cocrear cada uno con su anterior pareja, y en ello nos centramos.
Miguel Ángel y yo, al acompañar a familias en este proceso, nos seguimos sorprendiendo de cómo cada vez son más las que encuentran su sitio en un molde que socialmente aún no está reconocido, pero que, sin embargo, va haciéndose cada vez más real. Y es que el amor no en- tiende de formas ni estructuras, va mucho más allá de lo socialmente reconocido y estandarizado, y comienza dentro de ti.
Sobre todo ello profundizamos a lo largo del libro, donde primero desarrollamos cuestiones genéricas y conceptos abstractos y necesarios para entender la separación consciente, y después hallarás las cuestiones más prácticas y concretas, para terminar con una lista de cuentos infantiles que te pueden resultar útiles en el acompañamiento a tus peques durante el proceso de adaptación al nuevo molde familiar.
No te aconsejamos que te dirijas directamente a la segunda parte porque, para poder afrontar la práctica como te proponemos, es importante que primero conozcas la mirada acerca de las separaciones conscientes que compartimos en la primera parte.
Durante la lectura, verás que utilizamos el estándar de madre y padre; es por una cuestión de economía del lenguaje y queremos puntualizarlo, porque es evidente que tienen cabida tantos estilos de parejas como existen y cuya relación como tal finaliza y se transforma, así que pedimos disculpas de antemano a las familias homoparentales que no se sientan representadas a lo largo de la lectura.
De igual manera queremos matizar que el libro lo hemos escrito en femenino porque en nuestra experiencia son las mujeres las que piden ayuda con más facilidad y muestran un mayor interés a la hora de llevar con más consciencia este proceso de transformación familiar. Sin embargo, todo lo que comentamos es aplicable tanto a madres como a padres.
El 96 por ciento de las personas que llegan a Creada pidiéndonos ayuda individual son mujeres, y el 4 por ciento, hombres; y ellos en nuestros textos en redes y en nuestro blog se han sentido aludidos igual que hasta ahora las mujeres nos hemos sentido incluidas en los textos escritos en masculino, así que si eres padre y has llegado hasta aquí te animamos a que sigas leyendo hasta el final, porque tus peques te necesitan y mucho.
Por otro lado, tratando de desarrollar un lenguaje inclusivo que aligerara la lectura, encontramos en la palabra peques la forma de incluir a niños y niñas; ahora bien, en algunos momentos hablamos de hijos o de hijas para que la lectura no resulte farragosa, pero de la misma manera nos referimos a ambos sexos.
Ahora sí: comienza el viaje para que puedas sentirte en paz y merecedora de una vida plena y feliz, porque te lo mereces y está a tu alcance.
¿POR QUÉ DA TANTO MIEDO UNA SEPARACIÓN?
Las separaciones forman parte de la vida, son un proceso natural.
Si se te ha arrugado el entrecejo o has levantado una ceja ante lo extraño que te resulta leer esta afirmación, es normal. Tenemos unas creencias tan arraigadas al respecto tanto en nuestro inconsciente individual como colectivo que, en el día a día, no nos cuestionamos otras posibilida- des y vivimos dichas afirmaciones como «la verdad». Estas creencias nos impiden vivir las separaciones como lo que son, un proceso natural de la vida, a menos que hagamos un cambio de mentalidad.
Me estoy refiriendo a las creencias limitantes, que, a menos que les pongamos consciencia, pueden conducir nuestra vida y, me atrevo a decir, que pueden ser nuestra cárcel mental.
Lo malo no es la separación. Separarse no es malo. Lo malo son todos los juicios que hay respecto a ello, y esas creencias inconscientes y tan enraizadas que son fruto de nuestra historia y de la educación familiar, social y cultural recibida.
Respira y haz tuyas estas palabras: una separación no es mala ni daña. No eres peor persona por separarte, y eso tampoco te convierte en peor madre. Lo malo no es la se paración, lo que puede ser malo y dañar es una mala gestión de esta.
Puedes y está en tu mano deshacerte de ciertas creencias que tanto te condicionan y tan culpable te hacen sentir; el objetivo, lograr estar en paz contigo misma en relación con la separación.
Te propongo que primero identifiques las creencias que te limitan, aquellas ideas que te perturban, que te quitan paz y te impiden sentirte plena contigo y tu situación. Una vez identificadas, podrás comenzar a deshacerte de ellas poco a poco, no existe el botón que te haga cambiar unas creencias por otras, se trata más bien de un proceso. Tomar consciencia de estas es el primer paso y puede que el mayor; después ya solo te queda la segunda parte del recorrido.
A mí me ayudó entender de dónde venían cada una de mis creencias limitantes (tenía muchas): mirar hacia atrás en la historia y entender el contexto en el que había crecido me ayudó mucho a identificar cómo se habían forjado, y ver así la propia debilidad de la creencia. Al final del capítulo, Miguel Ángel te propone un ejercicio que puede ayudarte a convertir cada creencia limitante en una potenciadora. Y en caso de que este proceso de cambio de creencias no te resulte sencillo, apóyate en personas importantes para ti que puedan ayudarte en este sentido.
Me voy a atrever a confesarte un sueño que tuve. Un sueño que ahora entiendo cómo no entendí hace años, cuando lo tuve.
En aquel momento estaba casada con el padre de mis hijos y estaba embarazada por primera vez. Él estaba viviendo una situación difícil y habló de la posibilidad de separarnos.
Algo hasta entonces totalmente inimaginable e impensable para mí; yo me había casado con él con la idea de envejecer juntos, siempre cogidos de la mano. En aquel momento sentí que mi mundo se detenía, que alguien le daba al botón de pause para que pudiera digerir lo que me estaba diciendo.
Sabía y entendía que estaba viviendo un momento muy complejo y que existía la posibilidad de que mantuviera aquella decisión, aunque también podía ser que no lo hiciera; pero la cuestión no era esa: lo importante era que entendía que esa posibilidad existía.
Aquella noche me fui a dormir con ese pensamiento y soñé que estaba vestida de novia en una cárcel, estaba en mi celda, tras unos barrotes de hierro, como en las películas de Hollywood. Me veía desde fuera y me observaba a mí misma con una media sonrisa. A primera vista, parecía que estaba bien; sin embargo, me reconocía como una zombi. Una zombi bonita, vestida de novia, con una sonri- sa perenne, pero… como atontada.
Quería estar fuera de aquella celda, pero sabía que, como la puerta estaba cerrada, no podía salir, no debía salir. No estaba bien que saliera y por eso la puerta estaba cerrada. Debía permanecer allí. Agarraba los barrotes, pero no con intención de salir, sino admirando la vida fuera de la cárcel.
Hasta que pasó alguien, era una especie de policía, y me mostró que la puerta estaba abierta, dejándome entrever que podía salir cuando quisiera.
Fue en ese instante el único momento en el que mi sonrisa se desdibujó un poco, solté los barrotes, miré la puerta y muy suavemente la empujé hacia un lado y… voilá! Era ligera y se abría muy fácilmente. Todos mis movimientos
eran muy suaves y lentos. Con incredulidad y asombro al mismo tiempo fui a poner un pie fuera de la celda cuando me desperté. Ahí terminó el sueño.
Aquel sueño me hizo pensar muchísimo, estuve sema- nas, incluso meses, dándole vueltas. ¿Acaso el hecho de es- tar casada me hacía sentir en una cárcel? Con el tiempo tomé consciencia de que estaba viviendo una vida basada en lo que después entendí que eran creencias limitantes.
Me di cuenta de que había asumido que esa era la vida que había elegido y ya no me quedaba otra opción que vi- virla, me gustara o no. Total, era lo que yo había escogido en su momento y ya no había marcha atrás. Como si por el hecho de haber tomado una decisión en un momento dado, ya me tuviera que aguantar el resto de mi vida.
Ahora aquello me parece una barbaridad. Pasados los años me impresiona cómo había asumido, por una elección que me había valido en un momento dado, que ya me tenía que aguantar. Ahora me parece tan absurdo como pretender que el zapato que me compré con quince años me siga valiendo a los treinta y seis porque sigo calzando el mismo número de pie… Pues no, las personas no solo cambiamos por fuera, también, y mucho, por dentro. La vida, la naturaleza, las per- sonas, las relaciones… son cíclicas y estamos en constante evo- lución.
Como te decía, aquel sueño vino a mostrarme algo de lo que no era consciente: la resignación en la que vivía, así como que tenía en mi mano la posibilidad de elegir salir de esa forma de vida, que podía elegir otra forma de estar en la vida y que se acercara más a vivir que a sobrevivir.
Recuerdo perfectamente los dos días posteriores a aquel sueño, estaba asombrada, miraba todo con ojos nuevos. Observaba como una niña acabada de nacer cada detalle de la vida, de las personas, del comportamiento de estas y de mí misma. Mi cuerpo hacía las cosas de siempre, mientras mi mente estaba en modo observación al cien por cien.
En aquel momento me dije que iba a acompañar al que entonces era mi marido en su proceso hasta donde él me permitiera. Yo no sentía la necesidad de separarme; ahora bien, no quería vivir en una cárcel. Deseaba que, hiciera lo que hiciese, fuera desde la libertad; es decir, en lugar de vivir desde el «tengo que», vivir cada momento desde el «elijo que».
En los días que siguieron al sueño, comencé a tomar consciencia de la cantidad de prejuicios que yo tenía sobre la separación y de lo mucho que me limitaban las creencias y las etiquetas en torno al divorcio. Me dije que me iría deshaciendo de ellas una a una hasta sentirme libre, y así elegir desde la libertad y el bienestar, no desde lo que se suponía que tenía que hacer.
Ahora sé que lo que pretendía era mantener una relación basada en el amor y no en el miedo a la separación; sin embargo, para poder discernir si lo que nos unía (o al menos lo que me unía a mí a él) era el miedo o el amor, necesitaba mirar de frente cada una de mis creencias limitantes y transformarlas, algo que me llevó su tiempo, más del necesario porque lo hice en soledad y absoluto silencio.
A continuación en el libro desarrollamos cada una de las creencias limitantes y el resto de contenido. Son 288 páginas para guiarte y acompásate en este proceso y que sientas el consuelo que necesitas. Resolverás todas tus dudas y sabrás cómo encauzar tu vida para sentir la vida plena y en paz que mereces. En este artículo puedes ver el índice y ya puedes encargarlo en cualquier librería o comprarlo on line.
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