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niña interior

LA SEPARACIÓN COMO OPORTUNIDAD PARA EL AMOR PROPIO

Escrito por Rocío y Miguel Ángel Deja un comentario

Con la separación llegan numerosos desafíos y cada uno de estos son oportunidades para ti, para aprender, crecer y amarte cada día un poquito más. 

Hemos crecido creyendo que lo importante estaba fuera de nosotras, que nuestra valía dependía de la aprobación ajena. Tratando así de cumplir las expectativas de los demás y haciendo según lo que nos decían que era correcto o incorrecto nuestros referentes: mamá, papá, profesorado, terapeutas, jefes y jefas…

Esperábamos entonces que otras personas nos validaran y fue así como nos fuimos desconectando de nuestra esencia, de nuestro ser, para comportarnos como los demás esperaban de nosotras. 

Así se hace difícil a determinada edad, sentirnos seguras de nuestras decisiones y de andar el camino del amor propio. 

¿Cómo es eso de amarnos a nosotras mismas? ¿Cómo se hace? 

No hay varita mágica para ello, pero sí algo que funciona, y es ponerle conciencia y practicar. Porque esto del amor propio es como tantas otras cosas, requieren entrenamiento, máxime cuando hemos aprendido justo lo contrario, la desconexión con nuestro ser. Requiere entonces conciencia, tiempo y práctica para implementarlo como una parte más esencial de tu vida. 

Con la separación se da una conexión directa con el vacío y así una resonancia con las heridas de la infancia que tienen que ver con la sensación de abandono y rechazo. Por eso, es un momento ideal para, en lugar de refugiarte en el lamento y quedarte anclada en el sufrimiento, hacerte cargo de ti desde la adulta y vivir el inicio de una vida colmada de amor. NO del romántico que ofrece la relación de pareja, sino amor de verdad, del que nutre y sacia.

Hollywood y Disney nos han hecho mucho daño haciéndonos creer que al caer a un agujero negro habrá un guapo príncipe azul que tenderá su mano para sacarnos de allí. Sin embargo, la mejor mano y el mejor corazón que existe para rescatarte eres tú misma. 

No tienes por qué hacerlo sola, pedir ayuda es uno de los actos de valentía más grande que existe. Ahora bien, da tú los primeros pasos para salir de ahí. 

Cuando digo que la separación es una oportunidad para el amor propio es precisamente por eso. Porque ante la conexión con el vacío podemos comenzar a llenarlo con nosotras mismas, a amarnos para ser nosotras quienes nos demos lo que necesitamos en cada momento.

En el directo con Sofía Sánchez de Tagle hablábamos de las cuatro patas principales que llevan al amor propio, te las cuento por aquí para que puedas comenzar a implementarlas en tu día a día para construir la senda hacia el amor a ti misma. 

Sanar las heridas.

¿Has escuchado o leído acerca de la niña interior? 

Todo lo que has vivido en tu infancia, seas consciente o no, ha dejado una huella en ti. De forma que las experiencias vividas en tu niñez condicionan tu presente a menos que te hagas cargo de tu niña interior.

Todas las personas necesitábamos saber en nuestra infancia que importábamos, que se nos tomaba en serio, y que se aceptaba y amaba cada una de nuestras facetas, que podíamos contar con el amor de nuestros mayores. Si no hemos satisfecho estas necesidades, nuestra niña se quedó herida y la niña interior contamina entonces a la adulta con un anhelo insaciable de amor, atención y afecto, no importa cuánto amor recibas porque siempre será insuficiente. 

La distancia que hubo entre lo que necesitaste y lo que recibiste en cuanto a comprensión, aceptación, validación y amor es lo que forja la herida de tu niña interior.

Tus padres lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron, su niño y niña interior también estaban heridos. Y tú en la necesidad de sentir que pertenecías a tu familia, adoptaste los comportamientos necesarios para cubrir las expectativas de tus mayores referentes, tus padres. Ese es el inicio de tu desconexión contigo, con tu esencia. 

La niña interior sigue buscando que la quieran, que la protejan y que cubran sus vacíos. Se muestra a través de las emociones desbordadas y la dependencia entre otras cuestiones. A veces tenemos una pataleta de niña pequeña y no sabemos por qué, pues se debe precisamente a que nuestra niña interior herida ha tomado las riendas en vez de nuestra adulta. 

Por eso sanar a tu niña es tan importante, porque es la autopista directa hacia el amor propio. Reconocerla en ti te permite comenzar un proceso de automaternaje para darle a tu niña interior lo que en su día necesito y no obtuvo. Es esto lo que te permitirá ir al siguiente paso: la aceptación. 

Aceptación. 

Sin la aceptación de ti misma no hay amor propio posible. O al menos yo no lo conozco. 

Acéptate con tus luces y sombras. A mí me gusta la frase de uno de los formadores que tuve que decía: “todas las personas somos mitad hijas del diablo, mitad hijas de dios”. Y es que es así, todas las personas tenemos nuestra luz y nuestra sombra y no se trata de esconder la sombra ni tampoco vivir empequeñeciendo nuestra luz por miedo a brillar. 

Obsérvate en tu completitud, reconoce tu luz y tu sombra y abraza cada parte de ti. No eres una cosa u la otra, eres una cosa y la otra y está bien. Trátate con cariño y ten paciencia contigo en el proceso. 

Eres mucho más que tus errores. Nuestro cerebro aprende a través de los errores, no de los aciertos, por lo que no te fustigues ni juzgues, ten compasión de ti misma.

El miedo al rechazo, a no ser aceptada y querida, desemboca en el gran miedo compartido por los seres humanos: el miedo a ser auténtica.  

Abrázate en cada miedo, quiérete en cada momento y dite con frecuencia: te veo, te siento, te amo, te apoyo, estoy contigo… No esperes a que otras personas te lo digan primero. Sé tú la primera de tu lista. ¿Cómo puedes aceptar a tantas personas antes que a ti misma? 

La aceptación y el amor propio son ingredientes que llevan inevitablemente a una vida mejor y un cambio en las relaciones, satisfactorio para ti. 

Atender las necesidades. 

La distancia que hubo entre lo que necesitaste en tu infancia y lo que obtuviste, es lo que generó la herida de tu niña interior. No se trata de que vayas ahora a reclamar a tu madre o a tu padre aquello que te faltó, sino que aprendas a dártelo tú misma. Es lo que yo denomino el proceso de automaternaje. 

Es la capacidad de conectar contigo y tus necesidades para atenderlas tú misma. Para darte ese abrazo y sensación de cobijo, para darte el halago, la aprobación, el rato de diversión o de relax que necesitas… Lo que sea que necesites puedes dártelo tú misma. 

Poner límites es una de las necesidades más frecuentes y menos satisfechas, pues precisamente por el miedo a perder el amor o aprobación externa, es fácil decir sí cuando realmente quieres decir no. En ese caso estás pasando entonces por encima de ti en pro de satisfacer las necesidades de otras personas. 

Este tipo de acciones hacen que gotita a gotita vayas llenando tu olla a presión hasta que llega el día menos previsto y con la persona menos apropiada y explotas. ¿Sabes lo que sucede después de la explosión emocional? Que llega doña culpa a visitarte, y ya sabemos lo incómoda y desagradable que es… 

Todas las personas tenemos cientos de necesidades al día. Es importante que puedas escucharte, que te mantengas conectada a ti y te atiendas. No las vas a poder satisfacer todas, pero sí las más importantes. 

Y si te preguntas cómo puedas conectar contigo, te diré dos formas fundamentales: la meditación y/o haciendo aquello que alimenta tu alma. Ya sea bailar, cantar, pintar… lo que sea que te conecta con tu esencia. 

Responsabilidad.  

En la adultez no tenemos que hacer nada, todas nuestras acciones se basan en elecciones. Todas. Hasta poner la lavadora que es de las cosas que menos me gustan hacer a mí. 

Nos pasamos la vida engañándonos creyendo que tenemos muchísimas obligaciones que cumplir, sin embargo, no es así, son elecciones que hacemos. Y precisamente estás donde hoy estás por las decisiones que has ido tomando a lo largo de tu vida. Nadie te ha puesto ahí donde estás. 

Pero no te juzgues si estás en un sitio que no te gusta. Juzgarte en tu yo del pasado con lo que hoy sabes y eres es muy injusto. Es como si un niño de 6º de primaria se mete con uno de 2º de primaria por no saberse las tablas de multiplicar. No sería justo, ¿verdad? Pues no te juzgues entonces en el ayer con lo que hoy eres y sabes.

Ahora bien, todas las acciones y decisiones tienen consecuencias, comenzando por la más básica de todas: respirar. Si eliges respirar, vives, y si eliges no respirar, mueres. A partir de ahí todo lo que heces son elecciones. 

Creernos que son responsabilidades que tenemos que cumplir nos coloca en una posición de victimismo, mientras que hacerlas desde la conciencia de que es lo que estamos eligiendo, nos posiciona en la responsabilidad. 

Vuelvo al ejemplo de una de las cosas que menos me gusta hacer: poner lavadoras, tender, destender y doblar la ropa. Podría no hacerlo, pero entonces en casa nos quedaríamos sin ropa limpia que ponernos y tendría que estar comprando ropa continuamente. 

Podría hacerse cargo mi pareja, pero entonces yo tendría que asumir su tarea principal en casa: cocinar y… se me da bastante regular, por no decir mal. Vaya, que pasaríamos hambre. Así que soy consciente de que ante las consecuencias que se suceden de cada opción, elijo hacerme cargo yo de la ropa de casa. 

Pues así con todo en la vida. Este es un ejemplo banal que se puede extrapolar a cualquier otra situación de mayor trascendencia. 

Los “tengo que” surgen de la voz de la niña interior, mientras que los “elijo que” nacen de la adulta. 

El amor propio es el billete de ida, y sin vuelta, para sentirte libre, plena y segura de ti misma. Estos son los cuatro pilares sobre los que se fundamenta. El mejor legado que puedes dejarle a tus criaturas es aprender a amarse y ponerse en mi primer lugar en sus vidas. No se trata de lo que les dices, sino de lo que haces, pues el mayor aprendizaje es por imitación.

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Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: amor propio, divorcio, divorcio con hijos, divorcio sano, madres separadas, niña interior, Separación, separación con hijos, separación consciente, separaciones, separaciones conscientes

LA NIÑA INTERIOR HERIDA

Escrito por Rocío y Miguel Ángel 2 comentarios

La niña interior existe dentro de ti y en la medida en la que puedas reconocerla y atenderla, sentirás más paz y más cerca estarás de ser la madre que deseas ser. 

Te reconozco que es un concepto que a mí en su día me costó mucho entender. Con el paso del tiempo me planteo que el motivo de que me fuera tan difícil tiene que ver con que vivía mi vida desde mi niña interior y no desde la mujer que creía ser.

En el parto de mi primer hijo sentí que yo nacía mujer. Desde entonces pude comenzar a vivir de otra forma, desde la adulta que era. Claro que aquello no era hacer un click como si de un interruptor se tratara, requería de conciencia, observación y práctica. 

¿Qué es la niña interior?

La niña interior herida es el conjunto de emociones y experiencias que no fueron validadas y acompañadas en la infancia y adolescencia, por lo que aún no se han resuelto. Por eso, porque están sin resolver, saltan de forma automática ante determinadas situaciones y personas.

De las experiencias lo que quedan muchas veces no son ni los recuerdos, que puede que también, sino las emociones que se pusieron de manifiesto y que por algún motivo quedaron atrapadas en el interior. 

Puedes vivir toda tu vida sin darte cuenta de que existe una herida primaria que hace que vivas la vida desde tu niña interior, aunque la maternidad suele ser ese despertador que hace que inevitablemente esa herida escueza. ¿Por qué? Porque los niños y niñas son pura emoción y a través de sus emociones la tuyas, que estaban dormidas o escondidas, de alguna forma enquistadas porque no fueron atendidas, se activan y de forma inconsciente haces un viaje a tu infancia. 

Ahora tu niña, esa que necesitó y no obtuvo, demanda lo que necesitó en su día. Y en la medida en la que no la atiendes sigue poniéndose de manifiesto a través de esas conductas tuyas que no te gustan de ti y que, sin embargo, te resulta muy difícil evitar. 

¿Qué es la herida primaria?

Es la herida que viene de nuestra propia infancia. Es la distancia que hay entre aquellas necesidades auténticas que tuvimos: amor, ternura, presencia, contacto, vínculo, intimidad, confianza… y lo que verdaderamente obtuvimos. 

Esa distancia que hay entre lo que necesitamos en la infancia y/o adolescencia frente a lo que realmente recibimos, es la herida primera. Y a mayor distancia entre lo que necesitamos desde la raíz de ser humano y lo que recibimos, mayor es entonces la herida primaria.

En los casos de violencia activa como son los de abusos, maltrato… es más fácil ver y entender que exista la herida primaria. En los casos de violencia invisible, esta es más sutil y la tenemos tan normalizada que hasta nos puede costar reconocer, sin embargo, la herida primaria también se crea. 

Me refiero a cuando en la infancia hay padres y/o madres ausentes porque andaban con muchas ocupaciones (el trabajo fuera de casa, el trabajo del hogar, cuidar a todos los hijos e hijas…), por lo que no tenían tiempo de atender esas necesidades primarias de sus peques y se quedaron entonces sin atender como esos hijos e hijas necesitaban. Puede darse también esa herida cuando hay sensación de desamparo, falta de conversación, de vínculo, con madres/padres muy controladores, madre depresiva, alta exigencia… A través de estas conductas se va dañando la autoestima. 

Es ahí, en la herida primaria, en esa distancia entre lo que necesitaste y lo que realmente obtuviste, donde se cuece el origen de todos los problemas emocionales: los miedos, inseguridades, adicciones, dependencia emocional, reacciones emociones automáticas y descontroladas, actitud victimita… 

¿Actúas desde tu niña interior o desde la mujer que eres?

Cuando actúas desde la niña interior no hay elección propia, no estás actuando desde la conciencia, sino desde el piloto automático, es decir, reaccionando. Es decir, cuando gritas, castigas, te enfadas, juzgas… esas reacciones de las que después te arrepientes.  Todas estas son acciones basadas en la carencia, en el vacío interior. 

También cuando señalas al otro y pones la mirada en él como culpable, entonces estás actuando desde la niña. Esto se da porque en nuestra infancia cuando papá y/o mamá se enfadaban te señalaban a ti con el dedo, te hacían responsables de su malestar. Por eso creciste sintiendo que tus adultos de referencia se sentían a gusto o disgusto en función de lo que tú hacías o dejabas de hacer. Y ahora eres tú la que pones el foco fuera, como si tu bienestar dependiera de lo que hacen o dejan de hacer tus peques, tu pareja, tu familia de origen… cuando realmente tu bienestar solo depende de ti. 

Sí, puede que todo esto te suene muy lejano, es normal, crecimos con la idea de que como niñas y niños teníamos la capacidad de enfadar, molestar o agradar a nuestras figuras de referencia, sin embargo, si yo me enfado, me enfado yo, no me enfada mi hijo, si me entristezco me siento triste yo, no me hace sentir triste mi pareja. El pensamiento opuesto, creer que los demás tienen la capacidad de enfadarte viene de tu niña interior.

Sana a tu niña interior herida

Al sanar tu niña interior puedes mejorar en todos los ámbitos de tu vida, como mujer, como pareja, como madre, como profesional… Ganas en seguridad y confianza en ti misma, en sensación de plenitud y paz interior. 

Al no sanar la niña interior se corre el riesgo de vivir una vida basada en la carencia, en la sensación de insatisfacción, de no sentirte a gusto contigo misma, con muchas inseguridades y sensación de vacío, con el sentimiento de no ser capaz ni suficiente, con tendencia a la exigencia, perfeccionismo y control. En definitiva, una vida más basada en el hacer y el tener que en el Ser.

En la medida en la que sanas a tu niña interior puedes acompañar a tus peques desde quienes son, y no desde quienes se supone que tienen que ser. Puedes verles en su esencia y respetarles. De lo contrario, la capacidad de amar y dar a tus peques queda lastimada, porque desde la niña interior es fácil caer en los juicios, las reprimendas, castigos, la necesidad de obediencia desde el control… Por lo que como seguramente te pasó a ti, dejarán de ser ellos y ellas mismas para adaptarse a lo que se espera de ellos para evitar que te enfades, para que estés contenta y así cumplir las expectativas que en su entorno se espera de esa personita.  

Teniendo en cuenta que cuanto peor tratamos a nuestros hijos e hijas, peor persona piensa que es, es absolutamente fundamental para su autoestima que le trates con todo tu amor. Y para eso sanar a tu niña interior es un gran paso. 

¿Qué papel juega tu niña interior en la separación?

En un proceso de separación o divorcio se abren muchas heridas. La mayoría de ellas nada o poco tienen que ver con la relación de pareja y sí mucho con la herida primaria. La separación hace una conexión directa con la carencia, con el vacío, y remueve todas las inseguridades cuando estas no han sido atendidas. 

Y es que, muchas veces influenciadas por los modelos de pareja que hemos tenido en nuestro entorno, nos emparejamos desde las heridas, desde la dependencia y los vacíos, buscando que la otra parte llene el hueco que siento dentro de mí. 

Si durante la relación de pareja nos has mirado y revisado esto, es fácil que tengas la sensación de pérdida enorme. Por ello es importante que le pongas conciencia, pues de lo contrario puedes actuar desde tu niña interior, y si la otra parte también actúa desde sus heridas, seréis dos peques peleando. 

Y si vosotros estáis ahí, en vuestros egos dolidos y heridos… quién se ocupa de sostener a tus peques. Corren el riesgo de quedarse huérfanos emocionalmente en una situación en la que lo que más necesitan es sostén emocional y sensación de seguridad y protección. 

Por ello siempre digo que una separación consciente es posible, aunque solo una de las partes esté disponible para ello, pues una ya es el 50% y eso, emocionalmente hablando, es mucho más que la mitad.

¿Por dónde empiezo?

Empieza por observarte en todo tu ser. Obsérvate en tus pensamientos, en cómo ta hablas, en lo que te dices, cómo te relacionas con otras personas, cómo cambias según con quien estés. Sé tu propia observadora, pero no desde el juicio, sino desde el amor más sincero y con la curiosidad de una niña.

Así podrás ir discerniendo cuándo actúas desde tu niña y cuándo desde la mujer que eres. Ya te he contado cómo identificarlo, puedes incluso llevar un registro donde vayas anotando cuándo has actuado de una manera y cuándo de otra. Eso puede ayudarte a identificar lo que necesitas.

Sanar a la niña interior no requiere que vayas a tu madre o padre a pedirle explicaciones, recuerda que lo hicieron lo mejor que supieron y pudieron. Ahora bien, eso no significa que te tenga que valer lo que hicieron. A veces por comprenderles puedes dejar de atender a esa niña. Desde la adulta puedes entenderles pero la niña necesita que la atiendas.

Para ello obsérvate y toma conciencia de las necesidades que tuviste y no se cubrieron. Nombra los hechos, escribirlos puede ayudarte mucho. Tanto los hechos como las emociones. Y en todo el proceso aceptar la realidad que viviste sin minimizarla porque desde la adulta puedas comprenderles. De la misma manera que ante cualquier situación validas a tus peques lo que sienten, valídate esas emociones y necesidades de tu infancia y/o adolescencia que se quedaron sin atender.

Se trata de que ahora puedas automaternarte. Que de piel para adentro puedas darte lo que necesitaste y no obtuviste. Que puedas atender lo que esa niña interior viene a pedirte.

Date permiso para sentir lo que venga, ya sea enfado, odio, ira, tristeza, pena… dale espacio para que no salga después de forma descontrolada y desproporcionada con quienes nada tienen que ver con aquellas necesidades primarias insatisfechas , con esa niña herida.

Poniéndole conciencia y con práctica, práctica y más práctica puedes hacerte cargo de tu niña interior y así vivir cada vez más tiempo desde la adulta que eres. Tus peques te lo agradecerán mucho.

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: crianza consciente, crianza respetuosa, herida primaria, niña interior, separación consciente

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