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separación con hijos

NO LE DIGAS QUE LE HAS ECHADO DE MENOS

Escrito por Rocío y Miguel Ángel Deja un comentario

El hecho de no decirle que le has echado de menos es porque tu peque necesita sentirse libre para amar y disfrutar, y al mismo tiempo necesita saber que tú estás bien. Si cuando está con su padre (o madre) le dices que le echas de menos, lo más probable es que interprete que no estás bien cuando él o ella no está. Eso se traduce en culpa para tu peque. 

Si entiende que sin su presencia, tú te quedas mal, se sentirá culpable al estar disfrutando y pasándoselo bien cuando tú no estás presente. De ser así se estará haciendo responsable de algo que no le corresponde: tu bienestar.

Los niños y niñas deben sentir sostén y cuidado por parte de quienes estamos a su cuidado, no les corresponde cuidarnos. Sí amarnos, de hecho necesitan sentirse libres para amar tanto a mamá como a papá aunque ya no convivamos. Recuerda siempre que, sobre todo en la primera infancia, mamá es su diosa y papá es su dios, y aunque entre sí haya enfado o malestar, necesitan sentirse libres para amar a ambos. 

Con todo esto lo que quiero decirte es que tu peque necesita sentir lo mucho que le quieres y al mismo tiempo, que está bien que quiera a su padre (o madre) y que es bueno que disfrute mucho aunque tú no estés. Y es que ese es su mayor cometido en la infancia: disfrutar y amar.

Y si hasta ahora le has dicho “te echo de menos” o frases similares, no saques el látigo para fustigarte y sentirte culpable. Casi todo se puede reparar, y es que una de las mejores cosas que vino a darnos a conocer la neurociencia es la neuroplasticidad cerebral. Por lo que puedes sentarte a hablar con tu peque y hacerle saber eso que ahora quieres que tenga claro, como que lo quieres mucho y que aunque se vaya tú estás bien. Además esa vía libre o no libre, de que ame a su padre y disfrute, no depende solo de estas frases relacionadas con el echar de menos, también cuenta, y mucho, la forma en la que tú lo sientas y vivas en tu interior. 

Si tú vives como un abandono cada vez que te despides, aunque no le digas “te echaré de menos”, de alguna manera es eso lo que tu peque recibe, y viceversa. Los niños y niñas tienen el mayor radar de autenticidad que existe, y antes que nuestras palabras, reciben lo que les transmitimos. Por lo que no se trata solo de cuidar nuestras palabras, sino lo que sentimos. Porque en nuestra coherencia encuentran paz y en nuestra incoherencia inseguridad. 

Que esta información te sirva para sumar y construir, no para fustigarte. En cada momento lo hacemos lo mejor que sabemos y que podemos y como madres y padres vivimos un continuo aprendizaje, no nacemos sabiendo ser madres ni padres, por lo que según vamos aprendiendo, vamos haciéndolo mejor. Esa es la diferencia entre la culpa y la responsabilidad: en la culpa nos quedamos atrapadas, inmovilizadas y fustigándonos en un victimismo continuo, mientras que en la responsabilidad asumimos lo que podemos mejorar para tomar las riendas y rectificar y hacerlo como consideramos mejor.

Mi propuesta en una separación con hijos 

Mi propuesta es que cuando te despidas porque se va, lo hagas dejándole el camino libre para disfrutar, aunque tú no estés, es decir, no le digas que le echarás de menos. Y cuando habléis por teléfono no le digas que le echas de menos ni tampoco al volver a verle le digas algo así como “¡cuánto te he echado de menos!”. Se trata de liberarle, de que no le cargues con responsabilidades que no le corresponde, por lo que puedes decirle otras afirmaciones como “¡Qué bien que hayas disfrutado tanto! Tenía muchas ganas de darte un abrazo” o “¡Me encanta verte tan feliz! Tenía muchas ganas de verte”. 

Si te paras a ver la diferencia, se trata de matices sutiles, pero uno libera y acerca y el otro carga y aprieta a través de la culpa. Llevar a cabo una separación consciente consiste también en cuidar estos detalles tan sutiles e importantes. Entender cómo funciona la mente de los niños y niñas, así como saber qué necesitan, puede ayudarte a cuidarles más en el proceso. Porque una separación consciente requiere que pongas atención en sus necesidades y permitas que se dé lo que más necesita: amar a su padre y su madre sin conflictos de lealtades. 

¿Y qué pasa contigo?

Además de madre eres mujer y tienes vida más allá de tu peque y es bueno que así lo sienta también. Permítete disfrutar también cuando no está contigo, no tienes que estar de luto, no eres peor madre por tener vida más allá de tu maternidad, sino todo lo contrario. Aprovecha ese tiempo para cuidarte y disfrutar de ti y de lo que te gusta hacer. Y es bueno que siendo verdad o no, le transmitas que estás bien cuando no está contigo.

Eso no significa que debas tener una imagen siempre perfecta y estar modo “flower power”, no, en absoluto. La alegría es una de las emociones que existen y de las que más nos gusta sentir, pero no es la única y es fundamental la educación emocional, cuya base comienza por ti. Eres uno de los principales referentes de tu peque, eres su modelo de vida, por lo que, si tú te tragas todo lo que sientes y lo reprimes, aprenderá a hacer lo mismo, a reprimir sus emociones, algo muy perjudicial para la salud tanto física como mental. Por eso te digo que es bueno que te permitas expresarte tal y como te sientes, y si estas triste o enfadada, por ejemplo, no lo ocultes, ahora bien, recuerda siempre que tú eres su sostén, que tu peque no te tiene que cuidar.

Como persona adulta que eres, tú tienes muchos más recursos y puedes acceder a cualquiera de ellos, tu peque te tiene a ti como uno de los dos recursos fundamentales de su vida, por lo que una cosa es que te muestres tal y como te sientes, y otra bien distinta es que te desbordes o desahogues con tu criatura.

En un proceso de separación con hijos afloran muchas emociones y transitarlas es fundamental para que estas no se queden enquistadas, pues cada emoción reprimida es una herida que se queda dentro del cuerpo. Vivimos tratando de evitar el dolor, pero es que el dolor también forma parte de la vida y expresar las emociones que surgan del dolor, cuando éste se da, libera y permite sentir paz. 

Tu peque te ama incondicionalmente y si siente que al irse, tú no te quedas bien, puede sentir que cuando se divierte y ama a su padre (o madre) te está traicionando a ti. De ser así, puede sentirse muy culpable. Se dan muchos momentos y formas para mostrarle el camino libre para que disfrute y ame a su padre (o madre) además de a ti. Cada despedida y recibimiento, y en muchos otros momentos en los que habléis, tendrás la oportunidad de decirle y recordarle que cuando se va, tú estás bien y además, te gusta y alegras mucho de que puedan disfrutar tanto con mamá como con papá. 

 Así se sentirá en paz y con la tranquilidad que necesita al irse. Recuerda siempre que necesita saber que, al irse de tu casa, tú vas a estar bien. 

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: divorcio, divorcio con hijos, madres separadas, padres separados, Separación, separación con hijos, separación consciente, separaciones

LAS CREENCIAS LIMITANTES QUE TE IMPIDEN SEPARARTE EN PAZ

Escrito por Rocío y Miguel Ángel 4 comentarios

Ya duele el hecho de separarse, como para añadir un peso que no es real a una situación muchas veces tan dura. Me refiero a las creencias limitantes. 

Y es que no me cansaré de decir que lo malo no es la separación. Separarse no es malo. Lo malo son todos los juicios que hay en torno a la separación y esas creencias inconscientes y arraigadas que son fruto de la educación social y cultural recibida.

Respira y haz tuyas estas palabras: una separación no es mala. No eres peor persona, ni peor madre o padre por separarte. 

Puedes deshacerte de cada una de las creencias que tanto te condicionan y tan culpable te hacen sentir, para sentirte en paz contigo misma en relación a la separación. Y es que este, el deshacerte de todos estos juicios es el primer paso necesario para llevar a cabo una Separación Consciente.

Las 4 creencias limitantes

Fracaso.

Esa palabra tiene mucho peso y en nuestra sociedad occidental más aún. Nadie quiere fracasar y si separarte del padre/madre de tus hijos es un fracaso, evidentemente, con esa idea vas a intentar alargar todo lo posible la relación para evitarlo a toda costa. Y si ya has dado el paso y sigues haciendo tuya esta creencia limitante, lo más probable es que te sientas peor. Qué desagradable, ¿no? Ojalá que si tú, que me estás leyendo, te sientes así, puedas dejar de hacerlo al terminar de leer este post. 

Y es que las relaciones no terminan, evolucionan. Si juntos en pareja ya no os aportáis, si ya no os sumáis, sino todo lo contrario ¿qué sentido tiene mantener la relación de pareja? ¿Por qué no dejar que ésta siga su curso natural y evolucione a otra cosa? Pues vais a seguir siendo padre y madre (o ambas madres o ambos padres) de las mismas criaturas, y eso será hasta el último de vuestros días. 

Por lo que mucho mejor es aceptar que vuestra relación de pareja ha llegado hasta donde sumabais el uno al otro, y ese momento ha terminado para dar lugar a otra cosa. 

Cuanto más tiempo, mejor.

Pero claro, entonces nos topamos con la segunda creencia limitante, que lo longevo tiene más valor. Parece que cuantos más años se mantenga la relación de pareja, más valor tiene esta. Como si la cantidad de tiempo tuviera más valor que la calidad de lo compartido. 

Se me viene a la mente esa pareja que desde fuera todo el mundo tilda de perfecta y que sin embargo, después de muchos años de relación se separan y nadie se lo esperaba, todo el mundo se queda con la boca abierta al enterarse. A lo mejor si se hubiera mirado por la mirilla de la cerradura, se habría visto a dos personas que ya no se ven, dos personas que van a lo suyo, que crecieron a ritmos distintos en direcciones diferentes y que ya no se aportaban. Tampoco había desgaste de discusiones, pues ya cada uno iba a lo suyo y se dejaban llevar por la inercia y el piloto automático de los quehaceres diarios.

O esa pareja que jamás se separa y que sin embrago se ve a leguas que no se suman el uno al otro, que la relación ya está viciada pero la idea de separarse es impensable para ellos porque hay que aguantar, o porque es lo que hay… o por un conjunto de las creencias que aquí te expongo. Por la razón que sea. 

Pero acaso, ¿no te mereces ser feliz, no os merecéis ser felices? 

Creo que cuestionarse las propias creencias y actos, es un camino hacia la libertad, y tomar las decisiones con consciencia es el camino para vivir una vida plena. 

La vida en pareja es una vida mejor.

Esa es otra de las creencias limitantes, porque se escucha muchas veces aquello de “mejor estar acompañada/o que sola/o”. Pues no, porque tu felicidad no depende de tu pareja, como no depende tampoco de tus hijos/as. Tu felicidad sólo depende de ti. 

Lo sé, suena muy bien pero no es fácil integrar esto cuando desde la infancia nos hemos prostituido afectivamente. Sí, lo que lees. Cuando hemos hecho y dicho lo que los demás querían para que nos quisieran. 

Eso es lo que buscamos toda la vida las personas, desde que nacemos, ser vistas y que nos quieran. Y para eso hacemos lo que haga falta. Fíjate en los niños y niñas, prefieren hacernos enfadar para tener nuestra mirada a que no les veamos. Por eso muchas veces hacen cosas que saben que nos enfadan, porque al menos, aunque sea enfadadas y riñéndoles, nos tienen ahí presentes. 

Tú de niña o de niño hacías lo mismo, pasabas desapercibida para no molestar y que te quisieran o todo lo contrario. Cada niño y niña encuentra su forma de hacerse ver y sentirse amado. Por eso ahora, cuando crecemos, tenemos que hacer un ejercicio de toma de conciencia de que mi felicidad solo depende de mí, que no tengo que gustar a todo el mundo y que yo conmigo misma, sin tener una relación de pareja, también estoy bien y puedo ser plenamente feliz. 

Así que la dependencia, creer que mi felicidad depende de la otra persona, que mi vida no está completa sin esa persona, es otro lastre a la hora de tomar la decisión de separarte o un peso que tienes sobre tus hombros si ya te has separado. 

Te mereces ser feliz, vivirte y celebrarte por ser la persona que ya eres. Quítate ese peso de tus hombros y camina erguida por la vida. Eres una persona muy valiosa por lo que ya eres. 

Los hijos no lo superarán. Les marcará de por vida. 

Guau, si queriendo lo mejor para tus hijos, tienes esta creencia, es normal que no te separes porque… no quieres fastidiarles la vida. Incluso a lo mejor piensas que es egoísta por tu parte tomar esta decisión. 

Cuánto duelen estas creencias, ¿no?

Tus peques te necesitan feliz. Aguantar por ellos es cargarles con un peso y una responsabilidad que nos les corresponde. Es más, lo que aprenden son cosas que estoy segura que no le quieres transmitir, como por ejemplo a aguantar en un sitio (de trabajo por ejemplo) o en una relación porque sí, porque es lo que hay que hacer, o por la otra persona o por lo que sea, pero aguantar aunque no sea feliz. 

Si ya como pareja no crecéis, no os sumáis, está bien, forma parte del ciclo de la vida, ahora lo que toca es avanzar en el camino, y ese camino puede cambiar de forma. La relación cambiará de forma. 

Y claro que eso les dolerá a tus hijos, como te duele a ti también. El dolor forma parte de la vida, y a veces se nos olvida y se lo queremos evitar a toda costa, pero eso no es posible. La separación les va a doler, y es una oportunidad preciosa para que aprendan a transitar el dolor. ¿Cómo? Acompañándoles emocionalmente tú o ambos progenitores en los casos en los que así sea posible. 

Lo importante es que sepas que pueden superar la separación y formará parte de la historia de su vida sin tener porqué dejarle secuelas, sólo necesitas saber cómo acompañarles. En mi Guía básica para una Separación Consciente te lo cuento. 

Si al hecho de la separación le quitamos el peso de las creencias limitantes que tenemos tan arraigas, podemos vivir una separación consciente, permitirnos el dolor que esta situación pueda generar y vivirla como una oportunidad para una vida mejor. Recuerda que es un acto de amor propio. 

Cambia tu mirada en torno a la separación y podrás vivir con más liviandad esta decisión. 

¿Cuál de estas creencias limitantes tienes más arraigada? ¿Hay alguna otra que yo no haya nombrado y que consideres que existe? Dímelo en comentarios y así aprendemos y reflexionamos juntas 😉

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: creencias limitantes, divorcio, divorcio con hijos, ruptura de pareja, Separación, separación con hijos, separación consciente, ser madrastra

SOMOS FAMILIA ENLAZADA. TE CUENTO CÓMO FUE EL PROCESO (Parte II)

Escrito por Rocío y Miguel Ángel Deja un comentario

Soltar expectativas, observar y escuchar con los oídos y el corazón, fueron claves para llegar al momento de convivir los 6 y para la adaptación en la convivencia como familia enlazada o familia reconstituida.

Los primeros días fueron muy fáciles. Habíamos visto con ellos algunas casas hasta que encontramos la nuestra. A todos nos encantó (con jardín y piscina es fácil que les guste) y estaba VACÍA. Así que iniciamos el proceso de crear nuestro hogar en lo material, que de alguna manera simbolizaba lo que estaba sucediendo en lo emocional. 

Gran parte de la mudanza la hicimos en familia, fueron testigos de todo el proceso y estamos convencidos de que aquello ayudó mucho. De alguna forma con manos estaban palpando lo que también estaba sucediendo en lo que es invisible a los ojos. 

Las cajas fueron un tesoro que les entretuvo muchas horas durante muchos días, mientras Miguel Ángel y yo poníamos orden en cada habitación.

Los primeros días de convivencia se parecieron mucho a una fiesta. Hasta que empezaban a darse cuenta de que aquella nueva normalidad comenzaba a formar parte de su día a día de forma permanente. Entonces surgieron los primeros miedos y conflictos internos. 

Miedo a perder mi sitio. Cada peque llegaba a esta nueva familia con su hermano y su papá o mamá. Habían crecido siendo el hermano mayor o el pequeño, pero ahora de repente eran 4 y su lugar en la familia era otro… La emoción que más se mueve ante esta situación es el miedo, generado por la inseguridad que viven ante el cambio. 

La estructura familiar cambia y el modelo de familia que habían conocido hasta ese  momento era uno determinado. Por ello es muy importante que antes de que llegue una familia enlazada o reconstituida, tengan bien integrada la separación de sus progenitores. 

Cuando este miedo surgió en algunos de ellos, les ayudó muchísimo hacerles saber que su lugar en el corazón de su mamá y en el corazón de su papá no lo iba a ocupar ninguna otra persona. Que su lugar en el mundo y en nuestro mundo es único e insustituible. 

Este tipo de miedos son similares a cuando llega un hermanito o hermanita, pero la circunstancia es bien distinta. 

Miedo a querer menos a mamá o papá. Este miedo surge por el conflicto de lealtades que pueden sentir al convivir con otra figura materna o paterna, que no es uno de sus progenitores. Es habitual que sientan miedo a que si quieren a la madrastra, entonces quieren menos a mamá, por ejemplo. 

Este miedo se dio en nuestro caso en 3 de los 4 peques y en distintos momentos de la adaptación. Entonces siempre recurrimos a explicar lo mismo de diferentes maneras: y es que el lugar que ocupa su mamá y su papá en su corazón es también insustituible y que nadie lo puede ocupar porque es un amor distinto y único en el mundo. También les hicimos saber que es normal que no quieran que nadie ocupe el lugar de su mamá ni de su papá, y que nadie lo iba a ocupar. Esto es clave a tener en cuenta en cualquier familia enlazada.

Para ayudarles a entenderlo les decíamos que como habían salido del cuerpo de su madre, ese amor es único porque son las únicas personas del mundo mundial que habían salido de su cuerpo, por lo que ese amor es único. Y aquello les ayudó mucho a verlo claro.

Además les contábamos siempre que el corazón es como un globo, que cuanto más soplas más crece, pues el corazón a cuantas más personas amamos, más crece y lo mejor que tiene el globo del corazón es que nunca explota, es infinito. 

Esa explicación les encantaba y dio mucho juego (lo digo en pasado porque ya hace tiempo que no hemos necesitado recurrir a ella), hasta hubo par de ocasiones que lo simbolizamos con globos de verdad y jugamos con los globos y este concepto. 

Y también les ayudamos a gestionar este miedo, con uno de los cuentos imprescindibles en nuestra casa y en la de cualquier familia enlazada, Hay amor para todos. Una delicia de cuento que explica a las mil maravillas cómo es una familia reconstituida y habla de este miedo precisamente y de la culpa que les surge a los hijos/as de progenitores separados, por pasárselo bien cuando no están con mamá o con papá. Pero ese es otro tema, el conflicto de lealtades, del que hablaré más adelante. 

En Hay amor para todos, “el cuento del amor” es como lo llaman los súper 4, habla justamente de cómo la familia crece, de cómo el número de personas a las que amar y que te amen, crece. Esto segundo les encanta especialmente ☺️

A veces la dificultad está en que es la madre o el padre quien teme que, al haber una nueva pareja, su lugar en el corazón de su hijo o hija se disipe o sea usurpado. Para estos casos me parece clave tener en cuenta: 

  • Para un niño/a su sistema familiar es fundamental y es muy importante mantener el orden en este mismo. Es decir, que el lugar de la madre y del padre esté bien claro y definido. Aunque sea un padre o una madre ausente, pero el lugar de su papá y de su mamá es el que es y nadie puede ocupar su lugar. Es un lugar sagrado que es importante respetar.

Otra cosa es que se creen vínculos y lazos muy estrechos, por supuesto, eso es enriquecedor y quien más gana es el niño o niña, que puede sumar más figuras de referencia en su vida. 

En cualquier caso es importante respetar el lugar del otro progenitor. Respetarlo en tu interior y transmitir ese respeto hacia él o ella para que tu peque lo sienta así. 

  • Nos toca ocupar nuestro papel de adulta y no de niña o niño, y como personas adultas que somos, tenemos a nuestro alcance muchos más recursos para lidiar con este miedo que nos puede surgir. Respetar el lugar del otro y hacerte cargo de los miedos que te surjan me parecen claves.

Ya no solo por ti, sino por tu peque, que se merece sentir libertad para amar y ser amado. Si es el otro progenitor quien siente ese miedo y toma algunas decisiones desde el ego, lo único que puedes hacer es lo que está en tu mano, que es cuidar que desde dentro de ti respetas su lugar como padre o madre que es de tu peque y transmitirle a tu hijo/a que el lugar de su padre o madre no lo va a ocupar ninguna otra persona.

Y si eres tú quien sientes este miedo, no lo tapes, déjatelo sentir, míralo, siéntelo y ve hacia qué momento de tu vida te lleva. Llora ese miedo y escríbele, haz lo que necesites para que pueda salir de ti. Para que puedas hablarle al miedo desde la adulta que eres y sabiendo que tu lugar en el corazón de tu peque no lo puede ocupar ninguna otra persona.

Que si la vida es abundante, mucho más lo es el amor. Y cuanto más amor damos, más recibimos. Atrévete a soltar y dejar que tus peques sean amados por más personas y que puedan amar a muchas más. Así les estarás haciendo un gran regalo.

Además en el proceso nos ayudó mucho la naturaleza. Explicar a los niños y niñas, especialmente menores de 7 años, las cosas de forma abstracta les cuesta mucho más entenderlas e integrarlas. Por ello si nos ayudamos de lo que los ojos pueden ver y tocar, como algunos elementos de la naturaleza, les puede resultar mucho más fácil comprender lo que les queremos transmitir.

Esa ha sido nuestra experiencia y nos la han mostrado nuestros 4 pequeños grandes maestros, quienes una vez transitado sus miedos, una vez resueltos sus conflictos internos, fueron quienes nos mostraron esta gran verdad.

Ganaron en número de abuelos/as, de tíos y tías, de primos y primas y de hermanos… Al poco de la convivencia comenzaron a llamarse entre ellos y ella «casi hermanos», y después con el tiempo se llaman hermanos. En esa, como en tantas otras cosas, no hemos intervenido, simplemente hemos observado y escuchado, y es cuando más hemos aprendido Miguel Ángel y yo.

A los progenitores nos ha tocado hacernos cargo de nuestros miedos, transitarlos cada uno a su ritmo y hacerlo desde el respeto y amor propio y hacia los demás. El motor, sin duda, ha sido el amor hacia nuestros hijos, que nos permite cada día crecer más para ser mejores personas y entonces mejores madres y padres.

Sé que cada circunstancia es un mundo y que este tema da para mucho. He querido contar cómo fue nuestro proceso porque me lo han pedido y por si puede ayudar, pero este es solo el inicio, voy a escribir mucho más sobre ello. Si tienes alguna duda o interés porque hable de algo en especial, déjamelo dicho en comentarios que, además de contestarte, me apuntaré el tema para hablar sobre ello en otro artículo.

Edito: De familia reconstituida a familia enlazada. Cuando escribí este artículo nos reconocíamos con el término establecido desde corrientes psicológicas, sin embargo no nos sentíamos identificados Miguel Ángel y yo como familia reconstituida, pues este último término se refiere a algo que previamente se ha roto. Nosotros no sentimos que algo se haya roto, más bien que nuestra familia ha cambiado de molde. En el molde actual caben muchas más personas, por eso creemos que Familia enlazada nos define mucho más y de ahí que sea el término que ahora utilizamos cuando queremos definirnos de alguna manera.

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: divorcio, familia reconstituida, madres separadas, padres separados, Separación, separación con hijos, separación consciente, ser madrastra

SOMOS FAMILIA RECONSTITUIDA. TE CUENTO CÓMO FUE EL PROCESO (Parte I)

Escrito por Rocío y Miguel Ángel 4 comentarios

“Pero ¿eso qué es?”, fue lo que pensé la primera vez que escuché el término familia reconstituida, claro que para entonces aquello aún me quedaba lejos. Por si tú tampoco sabes qué es una familia reconstituida, decirte que es aquella pareja en la que una de las dos personas adultas aporta hijo/s de una relación anterior. 

Así que Miguel Ángel y yo hemos creado nuestra familia reconstituida. En ella él ha aportado dos peques y yo otros dos, y por eso en casa somos una familia de seis. Sí, familia numerosa. 

Cuando ya teníamos muy claro que apostábamos por una vida de pareja, decidimos que había llegado el momento de formar esa familia reconstituida. 

Reconozco que nos daba miedo el momento de que nuestros hijos se conocieran. Como pareja era todo muy fácil y los dos sabíamos lo que supone para una relación de pareja la crianza de los hijos. Así que íbamos con un poco de miedo, pues no sabíamos qué pasaría a partir de que nuestros peques se conocieran (entonces tenían 7 y 4 años y 5 y 2 años). 

Había algo que teníamos totalmente claro, una premisa que mantuvimos desde el principio: no forzar la situación, soltar las expectativas para dejar que las cosas fluyeran a su propio ritmo.  

Ya en nuestra forma de criar la observación y el respeto por el ritmo de cada peque prevalece, por lo que la crianza consciente nos facilitó mucho los inicios como familia reconstituida. Aquello nos llevó a que el tiempo de irnos a convivir los 6 se acortara muchísimo en relación a nuestros planes, pues pensábamos que desde que se conocieran hasta que conviviéramos, pasaría al menos un año. 

Pero no, con los niños y niñas es mejor no hacer planes de tiempo, soltar expectativas y escuchar con los oídos y el corazón. 

Y eso fue lo que hicimos. Nos llevamos uno de los aprendizajes más grandes: el amor crece cuanto más se da. Pero el amor de verdad.

Antes de que se conocieran entre sí nuestros hijos, yo les había hablado a los míos de Miguel Ángel y él les habló a los suyos de mí. El primer día que quedamos los 6, todos sabían a lo que íbamos, no había verdades a medias. Esa es otra de las claves fundamentales para nosotros, pues los niños y niñas tienen un radar de autenticidad muy bien pulido, por lo que, aunque no les contemos lo que está sucediendo, pueden olerse que algo pasa, y si les concierne de forma directa a ellos, mejor contárselo (cuida el lenguaje y la cantidad de información en función de su edad y desarrollo). Cuando les contamos les estamos haciendo partícipes y les hacemos saber que les tenemos en cuenta, que les vemos. Eso favorece mucho la conexión emocional entre peques y madres y padres.

Nuestro primer encuentro 

Para nuestra primera quedada habíamos decidido pasar el día en un parque neutral para todos, así todos nos sentíamos en terreno nuevo a explorar. Era un 30 de diciembre con un sol espléndido de Sevilla que nos permitió hacer picnic. 

Cada adulto llevábamos nuestro coche, así nos iríamos cada uno por su lado cuando viéramos el momento para ello. No queríamos forzar nada, iríamos al ritmo que nos marcaran ellos y ella y si había que irse a las dos horas de vernos, así haríamos. Recuerda, íbamos sin expectativas ni exigencias. A fluir con lo que sucediera.

Pero no nos fuimos pronto, el final del día lo marcó el tiempo, porque a las 19:15 ya se había hecho de noche desde hacía rato y el frío era cada vez mayor, así que nos fuimos por eso, pese a las quejas de los súper 4, que no querían que ese magnífico día terminara. 

Escribo esto y se me llenan los ojos de lágrimas porque nosotros llegamos con un pellizco de miedo a aquel momento, a aquel día. No teníamos ni idea de lo que pasaría, y sin embargo ellos y ella lo pusieron tan fácil… Hicieron de algo tan nuevo y cargado de juicios y creencias limitantes, algo TAN natural, que fue asombroso, emocionante y muy bonito. 

Al despedirnos no sabíamos cuándo volveríamos a quedar los 6. No teníamos prisa. Pero ya sabemos cómo son los peques cuando algo les gusta mucho, quieren más. 

Y eso era lo que demandaban, tanto mis hijos a mí, que querían estar más con los hijos de Miguel Ángel y viceversa. Así que nos lanzamos a quedar el siguiente fin de semana que estábamos con ellos. En aquella ocasión fuimos a un museo y después otra vez de picnic al parque. Soy de la opinión de que si queremos estar todos y todas cómodas, mejor ir a lugares donde los niños y niñas también se sientas a gusto cubriendo sus necesidades de juego libre. 

En esta ocasión volvió a ser el frío y la noche lo que nos echara con las quejas de los súper 4 de fondo, porque no querían despedirse.

Así fue como comenzamos a quedar cada vez más y más veces, ya no solo en fines de semana, también entre semana querían jugar los cuatro juntos. Probamos a pasar fines de semana completos (por petición de ellos y ella, que se quejaban de que siempre terminaba el día y por eso había que despedirse) y esas convivencias cortas iban como la seda.  

Al observarles tan compenetrados y que todo fluía con una naturalidad pasmosa, decidimos que nos íbamos a vivir juntos, siendo entonces mucho antes de lo previsto por nosotros dos.

Buscamos una casa para los 6 y les implicamos en la búsqueda, iba a ser una casa como nuestra familia, que empezaba de cero, iba a ser la casa de todos y considerábamos muy importante eso mismo: que desde el inicio sintieran que la casa era de todos, en nuestro caso no se trataba de que una de las partes se acoplaba a la otra. Tratábamos de inculcarles desde el inicio que todos y todas tenemos el mismo valor, que cada uno en la familia tiene su sitio tan importante como el del resto. 

Cuidamos muchísimo eso y otras muchas cuestiones que te cuento en el próximo post. Pues en la convivencia surgieron detalles que cuidamos con mucho mimo y conciencia, para favorecer una adaptación sana como familia nueva que nacía. 

Te adelanto que los súper 4 nos han dado una gran lección a este respecto, y que surgieron miedos por parte de algunos de ellos que atendimos y pudieron transitar y aprender de lo que vivieron.  

Y tú, ¿sabías qué era eso de «familia reconstituida » antes de leerme? Si hay algo que te genere dudas pregúntamelo en comentarios y te cuento más sobre ello 😉

Publicado en: Separaciones Conscientes Etiquetado como: divorcio, familia reconstituida, separación con hijos, separación consciente

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