
Hay un momento en muchas relaciones donde, de repente, te sorprendes observando a tu pareja como si fuera alguien desconocido. Está ahí, frente a ti, pero algo en tu interior se ha movido. Ya no lo miras con la misma emoción, no te nace abrazar, y comienzas a preguntarte —aunque duela— si aún sientes amor o si solo estás permaneciendo por costumbre, miedo o por los hijos.
Tal vez no se lo has contado a nadie. Tal vez ni siquiera te lo has dicho a ti misma con claridad. Pero sabes que algo ha cambiado.
No es fácil sostener esta sensación. Más aún cuando desde fuera todo parece ir bien: hay estabilidad, no hay grandes conflictos y, sin embargo, internamente algo se ha roto o, al menos, ha empezado a agrietarse.
En Creada, escuchamos cada día a mujeres y hombres que comparten este mismo vértigo. Que no saben si lo suyo es una crisis pasajera o el inicio de una despedida. Que sienten culpa por no sentir lo que ‘deberían’ sentir. Que temen por sus hijos, por su futuro, por decepcionar a quien un día fue su gran amor.
Este artículo no viene a darte una respuesta cerrada. No existe una sola salida ni una fórmula mágica. Pero sí puede ayudarte a poner palabras donde ahora hay solo ruido. Y quizás eso sea el primer paso para comenzar a escuchar tu verdad.
Cuando el amor se transforma (o se va en silencio)
A veces, el amor no muere de golpe. No hay una infidelidad, una traición ni una pelea feroz. Solo hay silencios. Miradas que ya no se cruzan. Camas frías. Rutinas que se cumplen, pero sin alma.
Y cuando el amor se va así, en silencio, es mucho más difícil identificarlo. Porque no hay drama. Solo ausencia. Y duele. Duele porque no sabes si lo que sientes es real o si simplemente estás atravesando una etapa. Duele porque quisieras volver a sentir lo que sentías, pero no sabes cómo.
En situaciones así, es frecuente que te preguntes si estás exagerando, si no estás siendo lo suficientemente agradecida, si deberías aguantar un poco más. Pero el cuerpo sabe. La emoción también. Y aunque la mente intente justificar, hay algo dentro que empieza a apagarse.

¿Y si solo es una crisis?
Hay relaciones que pasan por momentos de desconexión sin que eso implique un final. En especial cuando hay hijos, la carga mental, el cansancio acumulado y los mandatos sociales sobre cómo debería ser el amor pueden apagar el deseo y la intimidad.
Quizás no has dejado de querer, sino que te has dejado de mirar. Quizás lo que falta no es amor, sino tiempo para reencontrarse desde otro lugar. En estos casos, el vínculo no está roto: está dormido. Y puede despertar si ambos se implican en reconstruir.
Es fundamental aprender cómo mantener el vínculo cuando todo gira en torno a la crianza.
El miedo a tomar decisiones
Tomar conciencia de que ya no sientes lo mismo no significa que tengas que separarte. Pero sí implica hacerte cargo de lo que estás sintiendo.
Y ahí es donde aparece el miedo: miedo a equivocarte, a dañar a tu familia, a arrepentirte. Miedo a la soledad, a empezar de nuevo, a enfrentarte a lo que viene después.
Es completamente humano tener miedo. Por eso no estás sola. En Creada te ofrecemos un espacio de acompañamiento donde no hay presión por decidir, sino una escucha profunda para ayudarte a clarificar.
Cuando decides quedarte
A veces, después de mirar hacia adentro, decides quedarte. No por miedo, sino por elección. Porque descubres que sí hay amor, pero estaba cubierto de reproches o silencios. Porque eliges reconstruir desde una nueva consciencia.
Y si no, también hay camino
Cuando el amor ya no está, cuando decides no continuar, también hay un camino. Uno que puede doler, pero que también puede sanar.
Separarse de forma consciente no es sinónimo de fracaso. Es una elección valiente que pone en el centro el bienestar, la dignidad y la responsabilidad afectiva. Y aunque cueste, también es una forma de amar: soltar lo que ya no es, para abrir paso a algo nuevo.
En este artículo puedes leer sobre cómo afrontar el abandono cuando te han dejado por otra persona.
Lo importante no es qué decisión tomes, sino desde dónde la tomas. ¿Desde la culpa, el miedo, la inercia…? ¿O desde la escucha, la consciencia y el amor propio?
Solo tú puedes saberlo. Y si necesitas una mano, una voz o una mirada externa que te acompañe, estamos aquí.
Reserva tu sesión de valoración y empecemos por escucharte. El camino no tiene por qué ser en soledad.


