Me ha dejado por otra persona
«Me ha dejado por otra persona» o «es que ha habido una tercera persona» son frases que solemos escuchar en nuestras sesiones, ya sea de una parte de la pareja o de otra el lamento es similar, aunque con carga emocional distinta.

Si ya es difícil una separación, cuando se le añade el componente de la tercera persona esta parece que salta por los aires, pues al hecho doloroso de poner fin a la relación de pareja, se le añade grandes dosis de culpa y sensación de traición.
¿Qué pasa realmente cuando llega una tercera persona?
Lo que se suele decir es que cuando la relación de pareja tiene grietas, es fácil que aparezca una tercera persona, sin embargo, nuestra visión es algo distinta y va más allá.
Sin negar esta realidad, con lo que nosotros nos topamos habitualmente es con personas que mantenían una relación de pareja que llevaba invernando mucho tiempo, es decir, que en los últimos tiempos parecían más bien compañeros de piso, donde no había conflictos que evidenciara que la relación estaba mal, pero tampoco había ya ilusión ni deseo.
La relación se mantiene a lo largo de los años en un estado de letargo en el que muchas veces ninguno de los dos miembros de la pareja es consciente, precisamente hasta que llega lo que esta sociedad llama tercera persona y que nosotros denominamos “persona despertador”, que es esa persona que al llegar a la vida de otra, la hace sentir viva.
La novela Cuando era divertido, de Eloy Moreno, refleja con maestría lo que siente cada miembro de la pareja ante la llega de una persona despertador.
Como la antesala donde ya no queda más que la costumbre:
“(…) Sobre un sofá de tres plazas, dos personas viven tan cercanas en distancia como alejadas en pensamientos. Se pasan las noches, que a veces parecen años enteros, mirando hacia un gran televisor, cuyo rumbo les sirve para evitar conversaciones, sobre todo la suyas.
Es en ese momento del día, justo después de cenar, recoger la cocina, cuando uno de ellos va descubriendo que donde creía tener un hogar solo hay una casa.
Ale y Ale, en lugar de sentarse juntos, uno al lado del otro; en lugar de abrazar sus manos, luchan por, en un espacio tan reducido, no molestarse demasiado; en lugar de contarse sus vidas prefieren mantenerlas en silencio, porque, al menos en el caso de uno de los dos, su cabeza se está llenando de secretos. Unos secretos que pueden hundir ese barco que construyeron con tanta ilusión y que era flota sin rumbo, aunque flota.
Quizás porque una relación varada en el tiempo no segunde mientras no haya olas demasiado grandes, mientras no hay una tormenta que se lo lleve todo.
El problema es que uno nunca sabe en qué momento van a hacer esa tormenta, en qué momento la rutina se agrietará y dejará pasar los primeros rayos.
Y ahora, uno de los dos Ale ha comenzado a ver ya los relámpagos.
Cada noche, Ale y Ale, marido y mujer, miran hacia un mismo televisor pensando en cosas demasiado distintas. Uno de ellos ahora mismo tienen la punta de la lengua la respuesta correcta del concurso que ven cada noche. La otra parte de la pareja piensa desde hace una semanas en una persona que no es la que ahora mismo se sienta a su lado. Una persona que le hace sentir una ilusión que ya creía perdida.
Piensa en todos los momentos nuevos que está viviendo: conversaciones serias que acaban en sonrisas; el rozar accidental de sus manos al coger el vaso de café de la máquina; las miradas escondidas entre todos los compañeros de trabajo; esas pequeñas bromas de ordenador a ordenador, de móvil a móvil; esas coincidencias buscadas en el interior del ascensor…
Todos esos pensamientos le golpean en una conciencia cada vez más débil, más difusa; una conciencia que ya no es capaz de distinguir la frontera entre el intento y el engaño. Mira su pareja, pensando a cuantos pensamientos se encuentra la infidelidad.”
Tenemos tan arraigada la idea del para siempre, que muchas veces no nos atrevemos a reconocer que la relación en sí ya ha llegado a su fin. Vivimos sin conciencia de que ese final existe casi siempre y desde ahí negamos muchas veces la realidad de lo que hay en la relación. Se suele negar hasta que es inevitable, cuando llega esa persona despertador que deja en evidencia lo que ningún miembro de la pareja quería o podía ver.
Y es una situación que suma dificultad y dolor a lo que ya es complejo; sin embargo, a veces es la única salida que uno de los miembros de la pareja, o ambos, son capaces de asumir, pues de lo contrario lo que les quedaría sería lo que a tantísimas parejas de nuestra sociedad: el hastío y conformismo en una vida muerta, donde no cabe más que la distracción, la queja y las sonrisas a medias.
Las personas estamos en constante cambio y evolución, no es solo nuestro cuerpo el que vive modificaciones desde nuestro nacimiento hasta la muerte, también todo nuestro interior. Por eso es natural que dos personas que se conocen en un momento dado siendo una con sus intereses, deseos y necesidades, dejen de encontrarse mutuamente, porque no siempre los miembros de una pareja crecen ni al mismo ritmo, ni en la misma dirección.
Ante la negación de algo tan evidente como esto, hay una lucha, inconsciente en muchos casos, por mantener la relación hasta límites dañinos.
En este sentido es muy ilustrativa la conversación que en la misma novela, Cuando era divertido, tiene uno de los Ale (los protas son Alejandro y Alejandra) con una amiga:
“- Hace ya mucho tiempo, que no lo quiero, que no siento nada por él, que incluso me molesta, me molesta, tenerlo cerca…
- Pero entonces… ¿Por qué sigues, por qué no lo dejáis?
- Si fuera tan fácil… Es sencillo decirlo, pero hay tantas cosas… Está la casa… Están los niños…
(…)
- Si al menos hubiera otra persona, tendría una excusa, sería más fácil…
- ¿Más fácil?
- Sí… ¿Cómo justifico una ruptura así? Lo tenemos todo: casa recién reformada, dos niños preciosos, la parejita; tenemos la suerte de trabajar los dos en empresas importantes con muy buenos sueldos… Somos la familia perfecta, la familia que todos envidiarían. No es tan fácil dejarlo todo. De pronto, no es tan fácil.
- Pero ya no sois felices.
- Sí, bueno… Pero cuando ya tienes la vida hecha… Eso es lo de menos. Sé que no debería decir esto, pero hay veces que la comodidad puede ser más satisfactoria que la propia felicidad.
Silencio.
Ale no sabe qué decir, prefiere que sea su amiga quien continué hablando.
- ¿Sabes lo más triste de todo? Que ahora mismo lo único que realmente nos une es el banco, ese préstamo al que estamos atados de por vida. Acabamos de reformar la casa, sí, pero a qué precio.”
¿Te suena a ti esta conversación? No porque tú la hayas tenido con otra persona, sino porque hayas tenido este tipo de diálogo en tu interior. En tu silencio contigo cuando nadie podía escucharte.
La realidad es que el contexto social e histórico, así como la educación recibida y el sistema programado en el que vivimos, nos dificulta mucho vivir las relaciones de forma honesta basadas simplemente en el amor. En el amor real, el que es libre y no condiciona.
Si en lugar de emparejarnos desde las heridas y vacíos lo hiciéramos desde la consciencia, todo resultaría mucho más sencillo y podríamos hablar con claridad de lo que sentimos, de los miedos, las dudas… para que lo que una a la pareja sea siempre el amor y no el miedo a la separación.
Eloy Moreno, en la misma novela muestra con brillantez lo que sucede en el fuero interno de una relación que ha seguido movida por la inercia:
“Después de la visita a sus amigos, la vida de Alejandro y Alejandra ha continuado siendo la de siempre: un viaje sobre un barco que acostumbra ir por el mismo mar y parando en los mismos puertos.

En realidad, durante los últimos años no había nada lo suficientemente malo en su relación como para romperla, el problema es que tampoco había nada lo suficientemente bueno como para desearla. Se sentían como es equilibrista al que le basta con seguir caminando sobre el alambre mientras no caiga al vacío, aunque no haya público, aunque nadie aplauda.
<<Al fin y al cabo, es lo que les pasa a todas las parejas>>, ha sido el mantra que se han dicho a sí mismos, cada vez que tenían dudas.
Por eso, al final, entre la incertidumbre del cambio y la comodidad de la rutina siempre elegían lo segundo.
Porque esa rutina les aseguraba muchas cosas: ya sabían quién habría a su lado al despertar, ya sabían qué iban a hacer cada fin de semana, qué productos tendrían que comprar cada sábado en el supermercado, cómo preparar determinadas comidas, qué series les pueden gustar a ambos, a qué hora había que dejar y recoger al niño, cuál era la taza favorita de ella, cuál era la de él…
Y así, los dos han continuado en el interior de un viaje que podría haber durado muchos años, incluso toda la vida. Pero a veces, cuando la persona no se atreve a cambiar, es el destino quien le empuja.
Fue ese destino, quien quiso que hace ya unas semanas, uno de los dos, al asomarse por la cubierta ese barco -que en realidad iba a la deriva-, descubriera una isla en la que hasta ese momento nunca se había fijado.
En un principio solo desembarcó con la intención de explorar la playa, quizás con el único deseo de pasear, con los pies descalzos, por la arena, bañarse en las aguas del mar nuevo… Nada más.
El problema es que después de aquella primera visita hubo una segunda, una tercera, una cuarta… Y así, con esas pequeñas escapadas surgió una idea nueva en la mente de uno de los dos Ale: <<¿y si pudiera quedarme a vivir allí?>>”.
Le llamamos persona despertador porque despierta a uno de los miembros de la pareja, o ambos, del letargo en el que se encontraba la relación.
Llegados a este punto es importante asumir las dificultades que supone a este proceso que esta figura exista. No tanto por las dificultades reales, sino por los juicios, creencias y sentimientos que despierta.
No partimos de la idea del amor real que es libre, sino del amor condicionado, una visión del amor romántica y dependiente que no es amor, sino un sucedáneo. Y desde ahí rápidamente le añadimos una carga a la separación que hace que el mundo interior de cada persona y de la pareja, vuele por los aires.
Es una situación difícil para todas las partes implicadas, pues cada una tiene que cargar con su dolor y uno con la culpa y el otro con la traición.
Y desde el sentimiento de culpa y el de traición, muy difícilmente cada uno podrá asumir su responsabilidad para así poder liberar el dolor, coser las heridas y seguir avanzando en su vida.
Las batallas internas y externas restan mucha energía, y ya la vida en sí encierra mucha complejidad como para elegir no hacernos cargo del dolor sentido para poder después liberarlo y así continuar viviendo desde un lugar sereno, sin guerras a la vista.
Sea cual sea tu situación te animamos a que no hagas tu coraza más dura y que tampoco agaches la cabeza y encojas los hombros como si te merecieras menos; sino que puedas reconocer tu dolor, liberar la ira o la culpa para poder después coser tus heridas y vivir en paz. Y si necesitas ayuda profesional para ello, nos tienes a nosotros. Puedes escribirnos a rocioymiguelangel@creada.es
La metáfora del barco la he usado siempre. Más bien una barca donde cada uno teníamos un remo de cada lado. Me canse de ser quien remaba siempre . Solté el remo y le pedí mil veces que lo hiciera el . No quiso. Me convenció de que era mala persona por abandonar el remo, de que seguro tenía yo ya mi despertador. También nos une un banco y una larga lista de deudas . Tengo miedo a no poder salir adelante sin el . Tengo tres hijos mayores y una peque de 7 años en la que se está viendo claramente el daño que le estamos haciendo .
Buena metáfora la del barco Verónica. Y ya no solo por ti, sino por tus hijos y esa pequeña que ya muestra síntomas, no podemos más que recomendarte que busques apoyo para encontrar la fortaleza y forma de salir de ahí. Nos tienes a tu disposición y si no sientes que sea el momento, te animamos a que al menos comiences a leerte nuestro libro, ´Separada´, te será de mucha ayuda. Lo tienes en cualquier librería y también en audiolibro y en versión digital si no quieres que te vean leyéndolo. Un abrazo enorme.
En mi caso era yo la que pedía y ponía sobre la mesa ir trabajando y haciendo pequeños cambios para mejorar el vínculo y la conexión después de años de crianza, trabajo, etc..mi pareja lo aceptaba o al menos decía ok, pero no hacía su parte ( internamente hacia introspección según él, pero no ponía su parte y no elegía otras maneras o soluciones). Yo notaba que cada vez estaba más extraño y finalmente , muuuuchos meses después me dejó. Cual ha sido mi sorpresa cuando me entero que llevaba dos años de relación paralela con una compañera de trabajo…puedo entender que estuviera quemado, cansado o lo que fuera, pero siempre era yo quien lo ponía sobre la mesa y nunca puso solución. Así que no termino de entender de qué le despertó esa persona…tenía en sus manos hacer cambios, en este caso ya un miembro de la pareja hacia por despertarle y no los hizo…era yo quien ponía las cosas sobre la mesa en general en la relación y encima me da está patada…lo que llevo mal no es la ruptura, entiendo que alguien no quiera seguir con un proyecto común, lo entiendo de corazón, no puedo entender como me ha mentido dos años, a pesar de preguntarle explícitamente, de poner sobre la mesa posibles soluciones desde el principio. Cómo ha podido meter la cabeza en el suelo como un avestruz para solucionar pero no lo ha hecho para engañarme, mentirme y llevar otra vida, para eso sí tuvo iniciativa….eso me rompe el corazón….que el amor que nos tuvimos como seres humanos, ya no hablo de pareja, no haya sido suficiente para tener algo de empatía conmigo y haber sido honesto al menos…me está costando muuuucho salir de este pensamiento y emoción
Hola Virginia, sentimos muchísimo que hayas pasado por una situación muy dolorosa, pues dos años de relación en paralelo no e una perdona despertador, pudo haberlo sido al inicio pero mantener ambas relaciones simultáneamente y durante tanto tiempo es distinto. Es un dolor enorme y es normal que te esté costado salir de esos pensamientos y emoción. No trates de entenderle, ahora es momento de que te entiendas a ti y atiendas el dolor que sientes. Te mandamos un abrazo enorme.
Te entiendo perfectamente
He pasado por la misma situación, misma forma, misma duración de una doble vida. Son personas cobardes y poco honestas que no saben enfrentar una situación dolorosa y al final lo hacen mucho más doloroso para el que es traicionado. Yo he logrado parar las rumiaciones más o menos, después de un año. Quiero pensar que no supieron hacerlo mejor, que si hubieran sabido el destrozo emocional que provocan en la que un día fuera el amor de su vida y en mi caso al menos madre de sus hijos no lo habrían hecho así de mal. Yo siempre le pedía que si un día dejaba de quererme que me lo dijera porque lo entendería pero que no me engañara. Y ya ves…¡dos años!!!
Tú céntrate en tí, no pienses demasiado, haz meditaciones…ayuda mucho a calmar la ansiedad y esa sensación abrumadora, no te culpes (yo lo hice), intenta disfrutar de las cosas que te agradan. Y quiérete mucho. Que él haya dejado de quererte no te hace menos valiosa.
Tocarás fondo y luego empezarás a sentirte mejor. Ya verás.
Me siento muy identificada contigo, el a mí nunca me entendió es muy fácil disfrazar este sentimiento con despecho y celos por l nueva pareja , pero quien lo siente y ana de verdad sabe que es traición y desgaste emocional por nuestra parte, yo he llegado a la conclusión que su cobardía nace de no poder expresar lo mal que nos hicieron porque si culpa no les dejaría vivir, nosotras a seguir y a dejar de cargar con traumas ajenos, yo estoy segura que nos viene algo mejor, cuidate
Interesante, gracias!
https://divorciarse-express.es/
Después de 13 años de convivencia y dos hijos las cosas evidentemente no eran tan fogosas como al principio, pero después de unos cuantos baches, estábamos pasando por un buen momento, disfrutábamos de nuevo de pasar tiempo juntos, a solas, hacíamos planes de futuro, estábamos organizando un viaje para este mismo mes, de hecho tengo hasta los billetes comprados, en navidad me dijo y me escribió cosas preciosas… Y ahora, justo cuando dormíamos el sueño más dulce, apareció la persona despertador. La verdad es que me siento triste y decepcionada, sin embargo no puedo sentir enfado ¿Es normal? Tampoco siento culpa, aunque sí me echo en cara a mí misma algunas cosas que podría haber hecho de otra manera. Pero aquí el verdadero problema no es una relación que se rompe, si no una persona que está abandonado el nido como pareja y como padre, ya que ha dejado de ver a sus hijos, porque cuando no está trabajando está con su chica y ésto nos está haciendo mucho daño. Pasó de ser un padre presente en todo, desde la mañana a la noche, a ni siquiera llamarlos por teléfono, todo ésto en tres semanas. La verdad es que no sé cómo gestionarlo ni cómo ayudar a mis hijos. En ningún momento les hablo mal de su padre porque bastante tienen encima los pobres como para seguir echando leña al fuego, pero cada vez más me cuesta ser empática con él y su nueva vida.
Elsa te mando un abrazo enorme enorme, entiendo lo duro de tu situación y es muy loable que puedas vivirlo con tanta consciencia. Sin duda es doloroso ver y sentir esa ausencia. Si quieres que hablemos en algún momento será un placer conversar contigo y así orientarte acerca de cómo puedes ayudar a tus hijos. Y si no lo deseas, entonces te animo a que leas nuestro libro ´Separada´ pues te va a ayudar un montón. Tanto en lo que tiene que ver contigo como mujer como en tu faceta de tu madre para saber ayudar a tus hijos en esta etapa. Un abrazo muy grande.
Muy identificada con los comentarios. Lo hice todo para remar la relación. Yo estaba muy enamorada de él. De hecho nunca estuve así de enamorada. Después de una cierta fecha, empezó a demostrar desinterés por todo. Y eso que hacía todo lo que siempre le había gustado. Él era mi tesoro. Lo encaré en varias oportunidades, le pregunté si nos estábamos separando. Le pregunté si ya no me quería. Si ya éramos sólo amigos. Si estaba con alguien. Me respondía de una forma que parecía dar vuelta las cosas. Como que yo insistía con preguntar porque era yo quien quería separarse. Me tuvo un año y medio en abstinencia total, cuando le preguntaba qué estaba pasando, me hacía sentir una asquerosa, una sexópata. Lo apoyé muchísimo en toda la relación, lo hice crecer como persona, en lo laboral también. Lo ayudé a lidiar con problemas familiares. Me aguanté sus mierdas. Lo cuidé en la enfermedad, lo hice estudiar y terminar. Me dijo que estaba pasando por una etapa, que todo iba a estar bien. Yo lloraba como loca. Le creí, pero cada vez más distancia, hasta que decidí empezar a distanciarme emocionalmente también, porque me estaba destrozando. Y de la noche a la mañana, apareció con novia. Una mina del trabajo (trabajamos juntos) que yo además no había visto nunca. Jamás se molestó en pedir perdón ni en dar ninguna explicación. Y yo sentí tanta vergüenza de mi misma y tan pisoteada, que no pude volver a encararlo. Me reduje a una cucaracha literalmente. Destruyó mi autoestima, mi amor propio. Y todos ahi como «ya pasó, superalo». Pero no es así, los tengo que ver a diario a los besos y abrazos felices como en Disneylandia, mientras que yo sigo en duelo, sigo sufriendo. Ella recibe el cariño y la atención que por años mendigué. No es justo. Soy una buena persona y fui una buena pareja. No merecía lo que me hizo. No entiendo por qué lo hizo. Hay días que me siento morir..
María siento muchísimo que estés pasando por algo tan doloroso. Estás lejísimos de ser algo tan insignificante como. lo que narras, eres maravillosa y mereces reconocer tu grandeza y salir de ese pozo y así volver a brillar. Rodéate de personas que te sepan apoyar y ayudar como necesitas, no lo hagas sola. Mucho ánimo preciosa. Recuerda que esto también pasará, pero el camino es difícil, por eso mejor hazlo rodeada de quienes te sepan entender. Un abrazo muy grande.
Y cuándo te pasa que conocea a esa persona despertador? Es verdad que la otra persona es la víctima, pero también se sufre mucho teniendo esos sentimientos y que nos los puedes controlar, nadie te va a entender, vas a ser la mala de la película, pero hay algo en ti que no puedes controlar, ves a tu familia desde fuera y piensas, qué estoy haciendo? Como es posible que me esté pasando esto a mí, te da miedo dar el paso, porque no sabes si será algo pasajero o realmente has encontrado la felicidad, te sientes egoísta, no sé, es una situación muy complicada y más cuando hay hijos de por medio, piensas tantas veces en: tengo que seguir por ellos, y luego otras veces: no, me merezco ser feliz, aunque igual le equivoque. Pero vivir en una mentira, te parte el alma, y no sabes como hacérselo saber a la otra persona. Y con esto no justifico la infedelidad, pero creo que hay que ver siempre los dos lados.
Totalmente Sandra, vivir esta realidad despierta un conflicto interior enorme, pues no es salgo que se haya elegido y duele demasiado. La culpa que genera es inmensa. De hecho por eso distinguimos entre infidelidad y persona despertador, pues esto último surge como consecuencia del hueco que se ha generado en la relación de aperrea, o porque la relación en sí ya estaba rota o en letargo. En cualquier caso no se ha elegido con consciencia, sino que es un sentimiento que sirve sin buscarlo, no como la infidelidad consciente. Son cosas distintas. Te mandamos un abrazo enorme.
La reflexión me parece interesante pero me gustaría añadir un matiz. ¿Qué ocurre cuando ante una situación así uno de los dos está tratando de buscar un horizonte común hacia el que redirigir el barco (porque a veces sí que se puede pero el peso de nuestro día a día nos va hundiendo y hace que nos olvidemos del nosotros) pero el otro ya ha puesto rumbo a la nueva isla? ¿Y si para una de las partes la relación no estaba ni mucho menos “muerta” pero el otro no le ha comunicado que para él sí? No se puede justificar no ser claro con la otra persona… hay que ser valiente y decirle “ya no quiero navegar contigo”, porque aunque eso sea doloroso al menos permite que el que no quiere marcharse sepa que el otro quiere hundir el barco contigo dentro. Permite saber a qué te enfrentas realmente.
El engaño es una decisión, no un accidente. Ser valiente o ser cobarde, respetar o no respetar a la otra persona también son decisiones.
Si bien una relación puede no durar para siempre hay muchas formas de transitar y acabar las cosas, y esa elección solo depende de nosotros mismos, por lo que tenemos que responsabilizarnos de lo que hagamos y decidamos.
Hola Virginia, encantado con tu respuesta y es así, independientemente nadie manda en los corazones de nadie y no podemos elegir de quien nos enamoramos, pero si podemos ser conscientes de cómo utilizar ese sentimiento que está haciendo y gestionarlo con nuestra pareja y ver si hay solución o no, mentir,engañar y planificar son actos totalmente conscientes y estás personas tienen a ser cobardes emocionalmente